Honorato había nacido de una familia consular romana establecida en la Galia, y era muy versado en las artes liberales. Siendo joven, había renunciado a la adoración de los ídolos y había ganado a Cristo a su hermano Venancio, a quien inspiró igualmente el desprecio del mundo. Ambos deseaban retirarse de él, pero su padre les oponía constantes obstáculos. Finalmente, se embarcaron en Marsella, llevando consigo como padre espiritual al ermitaño san Caprasio, con rumbo a Grecia, donde querían vivir ignorados en algún desierto. Venancio murió al poco tiempo, en Modón. Honorato, que había caído enfermo también se vio obligado a volver a la Galia con su maestro. Primero vivió como ermitaño en las montañas próximas a Fréjus. Cerca de la costa hay dos islitas: la de Santa Margarita, que entonces se llamaba Lero, y otra más pequeña y lejana que dista dos leguas de Antibes, llamada entonces Lérins y actualmente San Honorato, en honor de nuestro santo que ahí se estableció. Cuando se le unieron otros compañeros, hacia el año 400, fundó el famoso monasterio de Lérins. Algunos de sus compañeros vivían en comunidad y otros como anacoretas en celdas aisladas. San Honorato calcó la mayor parte de sus reglas de las de San Pacomio. Nada más atractivo que la descripción que hace san Hilario de Arles de las virtudes de esa comunidad de hombres de Dios, especialmente de la caridad y devoción que reinaban entre ellos.
Una encantadora leyenda, desgraciadamente muy posterior, cuenta cómo Margarita, la hermana de Honorato, convertida finalmente del paganismo, fue a establecerse en la isla de Lero para estar cerca de su hermano. Honorato prometió, no sin cierta dificultad, visitarla una vez al año, en la época de las mimosas. En cierta ocasión, Margarita, acosada de una cruel desolación de espíritu, deseaba ardientemente recibir los consejos de su hermano. Faltaban aún dos meses para que florecieran las mimosas, pero Margarita se arrodilló a hacer oración. Súbitamente, el aire se cargó de un perfume conocido; Margarita levantó los ojos y vio que junto a ella había florecido un árbol de mimosas. Margarita cortó algunas flores y las envió a su hermano, quien comprendió al punto y acudió fraternalmente a socorrerla. Fue la última vez que se vieron, pues Margarita murió poco después.
Honorato, obligado a aceptar la sede episcopal de Arles en 426, murió allí en 429, agotado por las austeridades y el trabajo apostólico. Según asegura su sucesor, San Hilario, el estilo de sus cartas era claro y uncioso, delicado, elegante y lleno de suavidad. Es lástima que se hayan perdido sus escritos. El cuerpo del santo fue trasladado a Lérins en 1931, de suerte que la tumba del altar mayor de la iglesia que lleva su nombre en Arles, está vacía.
Cf. Gallia Christiana novissima, vol. III (1901), p. 26; Revue Bénédictine, vol. IV, pp. 180-184; Duchesne Pastes Episcopaux, vol. I, p. 256. Ver también el panegírico escrito por el discípulo, pariente y sucesor de san Honorato, san Hilario de Arles, y sobre todo A.C. Cooper-Marsden, The History of the Islands of the Lérins (1913), ilustrado con excelentes fotografías. B. Munke y otros editaron una biografía medieval latina de san Honorato (1911), que carece de valor histórico, así como la Vida de Sant Honorat en provenzal. El panegírico escrito por san Hilario está disponible en una reciente traducción al español, editada por Cuadernos Monásticos.