El «faubourg» y la «Rué de Saint-Honoré» de París, que tan famosos son, derivan su nombre de san Honorato, quien fue obispo de Amiens a fines del siglo VI. La historia conserva pocos datos sobre el santo. Sabemos que nació en Port-le-Grand, en la diócesis de Amiens, y que murió allí mismo. San Honorato expuso a la veneración del pueblo las reliquias de los santos Fusciano, Victorico, y Genciano, que habían sido descubiertas por un sacerdote llamado Lupicino, después de trescientos años de olvido. El culto de San Honorato se popularizó en toda Francia, a raíz de las numerosas curaciones que se le atribuyeron, a partir de 1060, cuando sus reliquias fueron expuestas en un santuario.
La leyenda dice que cuando llegó a su casa natal la noticia de que Honorato había sido elegido obispo, su madre de leche, que estaba en ese momento cociendo el pan, dijo que "el chico" no iba a ser obispo más que lo que su pala de cocer el pan fuera a ser un árbol; al instante la pala echó raíces y de ella creció y dio frutos una morera, que 900 años más tarde los pobladores todavía mostraban a los peregrinos.
El año 1204, Raynold Cherez y su esposa Sibila pusieron bajo su patrocinio la iglesia que construyeron en París. Casi un siglo más tarde, otro obispo de Amiens, Guillermo de Magon, dedicó a san Honorato la cartuja que construía en Abbeville. En Francia se considera al santo como patrono de los panaderos y pasteleros y, en general, de todos los oficios relacionados con la harina; por ello, san Honorato aparece frecuentemente en las imágenes con una pala de panadero.
La biografía en que se basa este relato (Acta Sanctorum, mayo, vol. III) es de época tardía y poco digna de fe. Véase Duchesne, Fastes Episcopaux, vol. III, p. 125; y H. Josse, La Légende de S. Honoré (1879). N de R.: la noticia del Butler no trae la leyenda de la pala de pan, que la recogí de Saints.SQPN para que se entienda el motivo del patronazgo.