Gauthier en francés, Walter (en su forma alemana o inglesa, por la que es frecuentemente mencionado) o Gualterio (en español), nació en Picardía (Francia) alrededor del año 1030. Comenzó su carrera en la enseñanza, y llegó a ser un popular profesor de filosofía y retórica, pero el deseo de una vida retirada lo lleva a hacerse monje. A lo largo de su vida, esta será la tensión dominante: su deseo de soledad, y los deberes que por obediencia deberá asumir.
Ingresó en la abadía de Rebais-en-Brie, en la diócesis de Meaux, convirtiéndose en un ejemplo inspirador para todos los hermanos, incluso habiendo tenido en una oportunidad diferencias de puntos de vista con el abad. Tiempo después el rey Felipe I estableció una nueva comunidad monástica en Pontoise, y sus monjes eligieron como su abad a Gauthier. Conforme a la costumbre de la época, recibió la cruz abacial de manos del rey, pero en el rito, puso sus manos sobre las del rey, en vez de debajo, y dijo: «Es de Dios, no de Su majestad, que yo acepto este cargo en la Iglesia». El Rey, lejos de reprender tan osadas palabras, las aprobó. El monasterio estuvo originalmente dedicado a San Germán, obispo de París y luego a San Martin; y se regían por la regla de San Benito.
Hacia el 1072, por una cierta inestabilidad en el comportamiento de los monjes y algunas dificultades encontradas, Gauthier abandonó secretamente la dirección del monasterio y se presentó como simple monje en la abadía de Cluny, guiada por el abad san Hugo. Pero los monjes de Pontoise encontraron al fugitivo y lo convencieron para que volviera a ser su guía. Tras esto, añorando la vida eremítica, llevó durante un tiempo vida solitaria en una cueva cerca del monasterio; luego huye nuevamente y se dirige a una capilla dedicada a los santos Cosme y Damián, en Tours, donde establece una vida de consejo y apoyo a los habitantes del lugar que van a visitarlo. Sin embargo, reconocido por un peregrino, fue de nuevo encontrado por los monjes de Pontoise. En este punto Gauthier decidió ir a Roma, a ver al papa para pedirle ser liberado de esta obligación abacial, pero para su sorpresa, el Papa Gregorio VII ordenó que regresara y no dejara más la abadía, bajo pena de excomunión.
Desde entonces se dedicó por completo a la conducción del monasterio. Las mortificaciones que él hubiera deseado practicar en soledad fueron más que compensadas por las persecuciones que tuvo que sufrir como consecuencia de su oposición a la simonía y la denuncia de la mala vida del clero secular; incluso hubo una ocasión en que fue encarcelado por una violenta disputa con los obispos del Concilio de París de 1092, en relación a la celebración de la Santa Misa por sacerdotes concubinarios, pero sus amigos obtuvieron su liberación. En 1094 fundó en Bertacourt, cerca de Amiens, un monasterio femenino, gracias a la ayuda de dos mujeres piadosas, Godelinda y Elvige.
Gauthier murió un viernes santo, su cuerpo fue enterrado en la Abadía de Pontoise, pero durante la Revolución Francesa sus huesos fueron trasladados al cementerio de Pontoise, donde ya no se los ha vuelto a encontrar. Actualmente, el Colegio San Martín de Pontoise, sostenido por los Oratorianos, perpetúa el recuerdo de la antigua abadía y de su primer abad.
El presente artículo es una fusión del de Antonio Borrelli en Santi e Beati, y el de Thurston en el «Butler». La bibliografía recomendada por el Butler dice que Los bolandistas (Acta Sanctorum, abril, vol I) y Mabillon publicaron dos biografías escritas, según parece, por contemporáneos del santo. I. Hess publicó un texto más correcto de la primera y más antigua de esas biografías, en Studien und Mittheilungen aus dem Benedictiner und dem Cistercienser Orden, vol. xx (1899), pp. 297-406. Mi autoría se limita a la traducción de los dos artículos y su combinación. Guerin, en Petits Bollandistes, IV, 283-289 trae un interesante artículo sobre el santo, con un apartado específico sobre el destino de las reliquias. La imagen es un vitral en la catedral de Pontoise.