Según una biografía muy poco fidedigna, cuyo autor, Leoncio, pretende pasar por contemporáneo del santo y monje de san Sabas de Roma, Gregorio nació en las cercanías de Girgenti (Agrigento), en Sicilia, y fue educado por san Potamión, obispo del lugar. En Palestina, a donde hizo una peregrinación, pasó cuatro años estudiando en diversos monasterios y recibió el diaconado en Jerusalén. Después pasó a Antioquía y a Constantinopla, donde, según dice Nicéforo Calixto, se le consideró como uno de los hombres más santos y sabios de la época. Finalmente, el santo fue a Roma, donde se le nombró obispo de Girgenti.
Muy pronto, su celo por la disciplina molestó a sus súbditos y el santo fue víctima de una infame conspiración. En efecto, sus enemigos introdujeron en casa de san Gregorio a una mujer de mala vida, la «sorprendieron» allí intencionalmente y acusaron al obispo. San Gregorio fue convocado a Roma, donde probó su inocencia y regresó a su sede. Se suele identificar a nuestro santo con el Gregorio de Agrigento a quien alude san Gregorio Magno en sus cartas, pero la cronología de la vida de san Gregorio de Agrigento es muy incierta. Es famoso sobre todo por su comentario griego sobre el Eclesiastés. Su fiesta se celebra en las iglesias griegas de rito bizantino, al que perteneció en vida.
En Migne, PG., vol. XCVIII, cc. 549-716, se halla la larga biografía escrita por Leoncio. Hay también otra biografía en PG., vol. CXVI, cc. 190-269. Véase Bardenhewer, Geschichte der altkirchlichen Literatur, vol. V, pp. 105-107. La Liturgia de las Horas recoge, en el oficio de lecturas, dos fragmentos del comentario al Eclesiastés: los días viernes y sábado de la VII semana del tiempo ordinario.