San Gangulfo era un caballero de Borgoña que durante algún tiempo fue mayordomo de palacio en época de Pipino el Breve. Éste le profesaba tal aprecio, que le hacía dormir en su tienda durante las campañas militares. Gangulfo se casó con una joven de alta dignidad, la cual le traicionó escandalosamente al cabo de muchos años de matrimonio. Como no consiguiese nada con sus exhortaciones, san Gangulfo se retiró discretamente a su castillo de Avallon (ciudad entre Auxerre y Autun), no sin dejar a su mujer bien provista de dinero. En dicho castillo se entregó el santo a la penitencia y al socorro de los pobres.
Según cuenta la leyenda, San Gangulfo murió asesinado por el amante de su esposa, a quien ésta había incitado a darle muerte una noche, en su propio lecho. La distribución de las reliquias del santo y la fama de sus milagros popularizaron, más tarde, su culto en Holanda, Bélgica y Saboya.
La corta biografía de Acta Sanctorum, mayo, vol. II, es en gran parte fabulosa. W. Levison, en Monumenta Germaniae Historica, Scriptores Merov., vol. II, p. 142 ss., hizo una edición crítica de dicha biografía. La famosa religiosa Roswita de Gandersheim escribió a fines del siglo X un relato del martirio de san Gangulfo en verso; ver la edición de sus obras, hecha por Winterfeld, 1902, pp. 32 ss. El culto del santo fue muy popular en Francia y Alemania. Sobre los aspectos folklóricos ver Bachtold-Staubli, Handwórterbuch der deutschen Aberglaubens, vol. III, pp. 289-290. A pesar de que muchos santorales en la actualidad lo siguen inscribiendo como mártir, el Martirologio Romano no lo considera así.