Fulco es el Santo de Pavía, donde sus restos descansan, desde hace siete siglos y medio en la hermosa catedral de Bramante, en la que se celebra el 21 de mayo. Pero nació en Piacenza y provenía de una familia famosa: la de los Scotti. Este apellido nos permite recordar una historia interesante: los Scotti, que desde Piacenza se difundieron por toda Italia, eran una familia de Escotos, es decir, de escoceses. pero no se llamaba escoceses a los habitantes de Escocia, sino de Irlanda. Desde la verde isla cristiana evangelizada en el siglo V por san Patricio, descendieron a Europa en siglos de dificultades políticas y miseria moral, decenas de santos y de sacerdotes como por una espiritual transfusión de sangre. Detrás de los santos -en especial cuando las islas del norte fueron invadidas por los daneses- llegaron comerciantes, soldados y familias enteras, como la de los Scotti de Piacenza, de la cual, hacia el 1165, nació nuestro san Fulco.
Entró a los veinte años en los Canónigos Regulares de Santa Eufemia, y puesto que era un joven de ingenio vivaz, fue enviado a hacer los estudios de teología en París, capital universitaria de Europa. Vuelto a Piacenza, a los treinta años fue elegido prior de Santa Eufemia, luego Canónigo y luego Arcipreste de la catedral. Por último, fue consagrado obispo de Piacenza. Seis años más tarde, quedó vacante la sede de Pavía, y Fulco Scotti fue nombrado obispo también de esta ciudad.
En ese momento, Piacenza y Pavía estaban divididas por una hostilidad terrible, como muchos otros pares de ciudades vecinas y rivales. Incluso hoy en día la memoria de viejas rencillas entre dos ciudades revive en pintorescas tradiciones y aspectos cómicos: en la Edad Media tales rivalidades no eran sólo pintorescas, sino -como en el caso de Piacenza y Pavía- violentas y sangrientas, causa de luto y ruinas.
San Fulco, piacentino y obispo de Pavía, fue el gran pacificador de las dos ciudades. Se esforzó, antes que nada, por la paz interna, es decir, por la armonía entre los ciudadanos divididos en facciones políticas. Luego se convirtió en el mediador de paz entre las dos ciudades, armada una contra la otra, y olvidadas, en la pasión política, de las leyes más elementales de la cristiana y fraterna caridad.
En el curso de su obra pacificadora, San Fulco murió, en 1229. No se sabe otra cosa de su episcopado. Pero lo que sabemos, y sobre todo las consecuencias de su labor de padre amoroso y justo, basta para explicar la fama que el descendiente de irlandeses nacido en Piacenza, obtuvo en la lombarda Pavía, ciudad rica en sabiduría y santidad.
Traducido para ETF de un original sin firma, con fuente en «archivos parroquiales».