Fue el primer obispo de Como, en el norte de Italia, que tomó a su cargo la evangelización de la ciudad, y por una carta de san Ambrosio sabemos que le faltaban los oportunos ayudantes para llevar a cabo su obra. Naturalmente al principio eran pocos los que abrazaron el evangelio, pero san Ambrosio le anima a confiar que con la ayuda de Dios conseguirá evangelizar a muchos más. Todo indica que Félix le era muy conocido y querido a San Ambrosio y que éste le había conferido la ordenación episcopal, seguramente el 1 de noviembre de 386. Lo había enviado a Lodi a consagrar la basílica de los Santos Apóstoles, edificada por san Basiano, obispo de la ciudad, el cual anhelaba la presencia de Félix. En una carta, posiblemente del año 387, San Ambrosio da gracias a Félix por un regalo que le ha enviado y le dice que echa de menos que lo visite con frecuencia. Se le atribuye la apertura de la primera iglesia cristiana de Como, dedicando a San Carpóforo, sobre un antiguo templo pagano dedicado al dios Mercurio. En esta iglesia fue enterrado, conservándose ahora sus reliquias en la iglesia de Santa Brígida, donde sigue teniendo culto popular.
Las epístolas a las que se refiere este artículo son las numeradas (en la numeración Migne) III y IV, que pueden leerse en MPL 16, cols. 888 a 891.