Aunque se piensa que tenía sangre vikinga, Eskil era natural de Inglaterra y acompañó a su pariente san Sigfrido, monje de Glastonbury, cuando éste fue en misión evangelizadora a Noruega a petición del rey Olavo Trygvasson. Sigfrido puso su sede episcopal en Vajxo, mientras que Eskil desarrolló su labor itinerante por Suecia, singularmente en Sodermanland (en la región de la actual Estocolmo). Eskil también fue consagrado obispo y tuvo su sede en la isla de Stragnas, comprendida hoy en Estocolmo, siendo probable que fuera todavía un obispo regionario y no propiamente un obispo con diócesis organizada.
Cuando el rey Inge, que había apoyado la labor misionera cristiana, fue asesinado, se produjo una reacción pagana y se organizó una gran fiesta en honor de los antiguos dioses, a la que acudieron a participar no solamente paganos sino también algunos que ya habían sido bautizados. Eskil se hizo presente, solicitó de los fieles cristianos que no participaran de los sacrificios paganos y, como señal divina de que dichos sacrificios paganos eran abominación, pidió a Dios que destruyera el altar y los sacrificios paganos, lo que efectivamente sucedió a causa de una repentina tempestad de pedrisco, que dejó salvos a Eskil y sus oyentes. Entonces, lleno de rabia, el rey Sewyn ordenó que Eskil fuera ejecutado. La multitud así lo hizo, matándolo a pedradas. Parece que fue el 12 de junio de 1080.