Por fecha, lugar y nombre, este san Epímaco podría confundirse (y de hecho ocurre así con frecuencia) con el Epímaco que se venera en el 12 de diciembre su martirio, muerto también en Alejandría en la persecución de Decio, y al que hace referencia también el elogio de san Gordiano. Sin embargo, es venerado entre los griegos y eslavos, su nombre se halla en varios martirologios antiguos, y los hechos que llevaron al martirio de Epímaco de Pelusio son distintos a los de Epímaco de Alejandría.
Pelusium es una antigua ciudad egipcia, en al desembocadura del Nilo (la que en el Antiguo Testamento se denomina «Fortaleza de Sin»). Es una ciudad que fue cristiana desde tiempos inmemoriales, allí «se ejercitaba en toda filosofía -dice Metafrasto- y se rodeaba, vencedor, de toda aspereza...». Llegan a Pelusio las noticias de las persecuciones que están teniendo lugar en Alejandría, y así bajó nuestro mártir a la gran ciudad de Alejandría, «movido por un divino celo», nos dice la Passio. El elogio del Martirologio resume lo que podemos saber de su gesta: destruyó el ara de los dioses a los que se pretendía obligar a que los cristianos sacrificaran, y así se hizo él mismo acreedor de la gloriosa corona del martirio.
En Acta Sanctorum, oct., XIII (pág 772ss.) se hallarán las argumentaciones y citas de la distinción entre los dos Epímacos (aun en la época se hablaba de tres, distinguiendo al de Gordiano del de Aejandro). Allí mismo está uno de los textos, en griego y latín, de la Passio, aunque los textos son todos tardíos y novelados.