Fue Obispo de Roma desde cerca del 174 al 189. El «Liber Pontificalis», una colección de biografías de los papas de muy desigual valor histórico, escrita a lo largo del siglo VI, dice que él era natural de Nicópolis, Grecia; y efectivamente su nombre es griego, ya que «eleuthería» significa libertad. Por su contemporáneo Hegesipo nos llega que era diácono de la Iglesia Romana bajo el papa san Aniceto (c. 154-164), y evidentemente permaneció como tal bajo el papa san Sotero, al cual sucedió cerca del año 174. En parte del pontificado fue emperador Marco Aurelio (161-180), que a pesar de su sabiduría filosófica, no ahorró persecuciones a nuestra fe, aunque la situación de los cristianos en Roma no parece haber revestido especial gravedad. Y bajo el sucesor de Marco Aurelio, su hijo Cómodo (180-192), los cristianos gozaron de paz.
Hacia la época de Eleuterio surgió en Frigia una herejía que turbó internamente la paz cristiana, se trataba del Montanismo, movimiento fundado por Montano, y que se difundió durante décadas, hasta entrado el siglo III; a él perteneció, más tarde que los años que nos ocupan, el conocido Tertuliano. El Montanismo invocaba el liderazgo carismático del Espíritu Santo, y acentuaba el escatologismo inminente, es decir, la llegada muy proxima del fin de este mundo, con la consiguiente venida de la Jerusalén Celestial. De a poco fue separándose más y más de la doctrina católica, cambiando la Eucaristía, prohibiendo el matrimonio, etc. Pero no era fácil en los inicios de la herejía darse cuenta de que se trataba de una nueva desviación, porque no negaba claramente puntos de doctrina. Sin embargo, los aspectos «antisistema» de este movimiento, pusieron en alerta al Imperio y, no en Roma pero sí en la Galia y en el Oriente, muchos cristianos fueron martirizados por este motivo, aunque no fueran montanistas (en definitiva, al Imperio le daba lo mismo un acento teológico que otro). Ese es el contexto de la carta que menciona el «elogio», que los mártires de Lyon de la persecución en la Galia del 177 envían a los fieles de Frigia, y también al Papa, pidiéndoles tolerancia y pacificación para solucionar la crisis montanista. La carta a Roma fue llevada por san Ireneo de Lyon, que aun no era obispo. Estas cartas no se conservan, pero sí las referencias en la Historia de Eusebio de Cesarea.
Según se deduce de Tertuliano, un obispo de Roma les envió a los montanistas unas cartas de conciliación, que fueron luego dejadas sin efecto. Es posible que esa actitud conciliadora se refiera al papa Eleuterio, ya que, estando él al inicio de la crisis, es posible que haya agotado todos los medios para mantener la comunión. El «Liber Pontificalis» le atribuye al papa Eleuterio un decreto de que los cristianos no debían despreciar ninguna clase de comida («Y además afirmó que ningún alimento sea repudiado por los cristianos, ya que han sido creados por Dios»). No es facil saber el contexto de esta afirmación; en algunas hagiografías se atribuye a la abolición de prácticas alimentarias judaizantes, pero es poco probable, más bien es posible que se refiriera a las prohibiciones alimentarias de los montanistas y gnósticos, o que el autor del «Liber» haya proyectado hacia la época de Eleuterio un decreto que en realidad se refería a las costumbres alimentarias de los priscilianistas, más en consonancia con la fecha del «Liber Pontificalis».
No hay más datos ciertos, auténticos o probables sobre Eleuterio. No hay constancia de que haya muerto mártir, ni hay persecución a la que referir su legendario martirio. Durante algunos siglos circuló la leyenda de que él había enviado misioneros a Inglaterra, con lo que habría comenzado la primera evangelización de la Isla a petición de un tal rey Lucio, desconocido por otras referencias. Sin embargo ya no se sostiene hoy esa posibilidad histórica, por las insalvables dificultades para encajar los datos discordantes que transmite el «Liber Pontificalis» y que se han revestido de autoridad porque los repite varias veces Beda el Venerable. Posiblemente la confusión sobre este envío de misioneros haya venido de una mala lectura de algún copista del nombre de Lucio «Britio rege», que haría alusión a Agbar IX (uno de cuyos nombres era Lucio), rey de Edessa («Britium Edessenorum»), tomándolo por «Brittanio rege»; ésta es, según parece, la hipótesis más plausible para explicar la alusión a esa inexistente primera evangelización de Inglaterra.
Este artículo está basado enteramente en el de J.P. Kirsch, en la Catholic Encyclopedia, y la muy sumaria sección del Montanismo, en el artículo sobre ese movimiento en la misma enciclopedia. He resumido mucho, por lo que recomiendo la lectura del original de Kirch, siempre enormemente instructivo. Allí da como hipótesis reciente -que lo era en ese momento- la sustitución de Britium por Brittanio, lo que hoy se puede decir que es la mejor explicación, aunque en el mismo artículo se hallarán otras posibilidades. Antes de la reforma del Martirologio se celebraba el 3 de diciembre a san Lucio, este supuesto rey británico que, naturalmente, ya no figura en el nuevo calendario (el 3 de diciembre hay otro Lucio, pero no es rey de Britania sino ermitaño, y carece de relación con este problema); el artículo del Butler-Guinea referido a ese supuesto rey vale también la pena por la fina exposición de los problemas históricos; por supuesto, al desaparecer ese santo del Martirologio, tampoco hay contexto ya para transcribir su hagiografía, que ha quedado como pieza de museo; la he usado como trasfondo para entender yo mismo el problema. Del artículo de Kirsch hay una aceptable (tan solo eso) traducción en línea.