Egwin, de quien se afirma que era descendiente de los reyes de Mercia, se dedicó al servicio de Dios desde su juventud y llegó a ocupar la sede episcopal de Worcester hacia el año 692. Por su celo y por su energía para combatir los vicios, incurrió en la hostilidad de muchos, incluso de sus fieles y miembros de su clero. Precisamente, aquella oposición brindó a Egwin la oportunidad de hacer una peregrinación a Roma, a fin de responder ante la Santa Sede por diversas quejas que se habían formulado contra él. Algunas de las leyendas dicen que, antes de partir, el santo se puso grilletes en los tobillos, por penitencia, y cuando iba de camino, arrojó la llave de su iglesia al río Avon, pero posteriormente recuperó la llave al encontrarla en el vientre de un pez, en la misma Roma, según afirman unos, o en Francia, cuando iba de regreso a Inglaterra, como afirman otros.
Cuando estuvo de vuelta, y con la asistencia de Etelredo, el rey de Mercia, fundó la famosa abadía de Evesham, bajo el patrocinio de la Santísima Virgen. De acuerdo con las crónicas, en Evesham, un pastor llamado Eof tuvo una visión de la Virgen María y, poco después, el propio obispo Egwin pudo ver a la Madre de Dios, de suerte que en aquel sitio (Evesham significa campo o pradera de Eof) se estableció el monasterio. Más tarde, probablemente hacia el año 709, el obispo emprendió un segundo viaje a Roma, en compañía de los reyes Cenredo, de Mercia, y Offa, de la Sajonia del este, y se asegura que, en aquella ocasión, el papa Constantino otorgó al prelado un considerable número de privilegios para su fundación. Tras los disturbios del siglo décimo, Evesham llegó a ser una de las grandes casas de los benedictinos en la Inglaterra medieval. Según Florencia de Worcester, san Egwin murió el 30 de diciembre del 717 y fue sepultado en el monasterio de Evesham. En 1183, probablemente el 11 de enero, los restos de san Egwin fueron trasladados a un lugar más honorable, y muchos de los martirologios ingleses fijaron su festividad en la fecha de su traslación.
Una biografía que data del siglo XI fue impresa por Mabillon (sección III part. I, pp. 316-324) y también en el Biblioteca Hagiográfica Latina, 2432-2439. Para su vida y milagros, véase el Gotha MS. I. 81 y la Analecta Bollandiana, vol. LVIII (1940), pp. 95-96. Ver el Acta Sanctorum, enero, vol. I. Es algo muy singular que Beda no haga mención de Egwin ni de Evesham.