Al referirse a san Edberto, Beda el Venerable afirma que se distinguió por su conocimiento de la Biblia y por su fidelidad a los mandamientos. Fue sumamente generoso con los pobres, a los que reservaba la décima parte de las rentas de la Iglesia. Sucedió a san Cutberto en el gobierno de la sede de Lindisfarne, que desempeñó sabiamente durante once años. Mandó recubrir de plomo la gran catedral de madera de San Finiano, que originalmente estaba cubierta de enredaderas, al estilo escocés. Dos veces al año, se retiraba a orar durante cuarenta días, probablemente a la islita de San Cutberto, en la que su predecesor había vivido un tiempo antes de retirarse definitivamente a Farne.
San Edberto mandó que las reliquias de san Cutberto, que estaban incorruptas, fuesen colocadas en un relicario nuevo y expuestas a cierta altura para que el pueblo pudiese venerarlas; además, determinó que el espacio que las separaba del suelo no quedase al descubierto. En cuanto acababan de cumplirse sus órdenes, el santo fue víctima de un fiebre mortal. Se le dio sepultura en la antigua tumba de san Cutberto. La diócesis de Hexham conmemora todavía a San Edberto.
Prácticamente todos los datos que poseemos sobre san Edberto provienen de la Historia Ecclesiastica de Beda, lib. IV., ya que las notas de C. Plummer y los artículos del canónigo Raine en A dictionary of Christian Biography, y de Acta Sanctorum, añaden muy poco. Las reliquias de san Edberto siguieron a las de san Cutberto en todas sus translaciones y descansan junto con ellas en Durham.