San Desiderato y sus dos hermanos, Desiderio y Deodato, son venerados como santos, aunque el Martirologio Romano sólo hace mención del primero. Según cuenta la leyenda, sus padres, que vivían en Soissons, no sólo empleaban su tiempo y su dinero en socorrer a los pobres, sino que prácticamente convirtieron su casa en un hospital. Desiderato fue a servir a la corte del rey Clotario, del que llegó a ser una especie de secretario de estado y sobre el cual ejerció una influencia muy benéfica. En medio del esplendor de la corte, San Desiderato llevaba una vida muy austera. Aprovechó el poder que le otorgaba su cargo, para desarraigar la herejía y castigar la simonía. En varias ocasiones manifestó deseos de retirarse a un monasterio; pero el rey se opuso siempre a ello, diciéndole que debía pensar más en el bienestar del pueblo, que en sus propias inclinaciones. A la muerte de san Arcadio, en el año 541, San Desiderato fue elegido obispo de Bourges. Durante los nueve años en que gobernó dicha diócesis, la fama de sus milagros y de sus intervenciones en favor de la paz se extendió mucho. El santo obispo tomó parte en varios sínodos, en particular en el quinto Concilio de Orléans y en el segundo de Auvernia; esos dos concilios combatieron las herejías de Nestorio y Eutiques y promovieron la disciplina eclesiástica. En sus últimos años, san Desiderato tuvo por coadjutor a un joven sacerdote llamado Flaviano, cuya muerte prematura apresuró la del santo. La muerte de San Desiderato ocurrió probablemente, el 8 de mayo del año 550.
El relato, reproducido en Acta Sanctorum, mayo, vol. II, es de época tardía y poco fidedigno. Sin embargo, no puede ponerse en duda la existencia y la santa vida de San Desiderato. Véase Duchesne, Fastes Episcopaux, vol. II, p. 28.