Treinta días antes de la fiesta de las «Saturnalia», que tenía lugar en invierno, el ejército romano solía elegir a un «rey de las fiestas». Éstas degeneraban siempre en los peores excesos y terminaban con el sacrificio del «rey» a Cronos. La guarnición de Durostorum (la actual Silistria, en Bulgaria), eligió en el año 303 a un soldado llamado Dacio. Él, que era cristiano y sabía lo que la elección significaba, se negó a aceptarla, alegando que, si de todos modos le esperaba la muerte, prefería morir por ser cristiano. Inmediatamente fue llevado ante el lagado Basso, quien le exhortó a renunciar a la fe o, por lo menos, a ofrecer sacrificios a las estatuas de los emperadores, recordándole que como soldado tenía obligación de obedecer. Pero Dacio permaneció firme en la fe y fue decapitado. Sus presuntas reliquias se hallan en Ancona. Según se dice, fueron trasladadas a ese sitio en la segunda mitad del siglo VI para salvarlas de las invasiones de los ávaros.
Las actas griegas de Dacio, publicadas por primera vez por Franz Cumont en Analecta Bollandiana, vol. XVI (1897), pp. 5-11, provocaron gran interés y dieron lugar a juicios muy diversos. Unos autores las consideran como absolutamente auténticas, en tanto que otros ven en ellas una leyenda moralizante sobre el tema de la muerte de un mártir. Delehaye (Comentario sobre el Martirologium Hieronymianum, pp. 609-610, y Les passions des martyrs ... , 1921, pp. 321-328) ha estudiado muy a fondo la cuestión, sin olvidar las opiniones que difieren de la suya. Según dicho autor, es imposible determinar si Dacio era realmente soldado y si murió en Durostorum y no en Heraclea. Acerca de la inscripción de Ancona, véase G. Mercati, en Rendiconti dell'Accademia Pontificia di Archeologia, vol. IV, pp. 59-71.