Nacido en Auvernia de familia ilustre, Claro se hizo discípulo de san Martín en Marmoutier, y, ordenado sacerdote, llevó a cabo tareas que lo asimilarían a un actual maestro de novicios, en lo que dio prueba de prudencia y discernimiento, y no se dejó engañar por quienes pretendían estar dotados de dones místicos extraordinarios.
Después de su muerte, Sulpicio Severo (el escritor, no el santo) lo hizo sepultar en la iglesia de Primiliacum (localidad no identificada) y pidió a san Paulino de Nola un epitafio para la tumba. Paulino le envió tres para elegir, donde, jugando con el nombre, elogiaba los méritos de Claro ("meritis et nomine clarus") y pedía su intercesión. El culto parece haberse difundido en época más tardía: el Card. Baronio lo introdujo en el Martirologio Romano el 8 de noviembre, unos días antes de san Martín de Tours, a quien habría apenas precedido en la muerte.
Traducido para ETF de una breve noticia de Roger Desreumaux en Enciclopedia dei Santi. Lamentablemente, no he conseguido los epitafios de san Paulino.