El maestro y guía espiritual de san Honorato de Lérins era un hombre de grandes dotes y muy vasta cultura que renunció a las brillantísimas perspectivas que le ofrecía el mundo para entregarse a una vida de soledad y penitencia, en Provenza. El futuro san Honorato y su hermano Venancio, muy jóvenes por entonces, figuraban en el grupo que más asiduamente visitaba a Caprasio en su retiro con el objeto de recibir sus instrucciones para avanzar por el camino de la perfección. Los dos jóvenes llegaron al convencimiento de que estaban llamados a seguir el ejemplo del patriarca Abraham y resolvieron abandonar hogar y patria para dirigirse al Oriente. Caprasio consintió en abandonar su retiro y acompañarlos. Partieron todos de acuerdo, pero muy pronto, las penurias y privaciones del viaje quebrantaron seriamente la salud de los peregrinos, sobre todo la de Caprasio. Al llegar a Modon, en Grecia, Venancio sucumbió y, tras la muerte del muchacho, sus compañeros regresaron a las Galias. Se establecieron en la desolada isla de Lérins, se entregaron a una existencia de tanta austeridad, que rivalizaba con la que llevaban los padres en el desierto.
Cuando comenzaron a acudir los discípulos, san Honorato fundó para acogerlos un monasterio y una regla, que más tarde habrían de ser famosos en toda la cristiandad. A san Caprasio se le reconoce por lo general como a uno de los abades de Lérins, tal vez porque continuó siendo el guía de san Honorato y, en consecuencia, el superior indirecto de la comunidad. Pero en realidad, parece que no llegó siquiera a ostentar el título de superior, puesto que a san Honorato, el primer abad, sucedió san Máximo que todavía era abad en 430, cuando murió san Caprasio. La santidad de este último fue exaltada por san Euquerio, obispo de Lyon y por san Hilario de Arles, quienes estuvieron presentes cuando murió. En un panegírico que éste último entregó a san Honorato, alude a Caprasio como a un santo que ya está en el cielo. Todo lo que sabemos sobre él, proviene de esa «laudatio» de san Hilario de Arles.
Conviene ver también el Acta Sanctorum, junio, vol. I; H. Moris, L'Abbaye de Lérins (1909); A. C. Cooper-Marsdin, History of the Islands of the Lérins (1913).