Una de las cosas que maravillan de este santo es la larga lista de nombres con los que se le conoce (como puede verse en las «formas del nombre»). El santo abad nacio en Limoges, en la Francia central, en el primer cuarto del siglo VI, de nobles padres llamados Jocundo y Pelagia, y fue educado por el abad de Vigeois, Sebastián. De su época juvenil se sabe que fue enviado desde la corte del rey de Austrasia, Teodeberto I (m. 547), a Tréveris, donde fue canciller; aquí llamó la atención del abad Nicecio, del cual resultó discípulo, por lo que finalmente decidió entregarse a la vida eclesiástica, recibiendo la tonsura.
A la muerte de su padre volvió a Limoges, recibió su herencia y rentas, que dedicó a la fundación de iglesias y la adquisición de reliquias de mártires y santos. Después reunió algunos discípulos en el monasterio de Attane (Haute-Vienne), fundado por él cerca de Limoges, y que dio luego origen a la ciudad de Saint-Yrieix, profesando una Regla inspirada en las de san Basilio y san Casiano. Confió la administración del monasterio a su madre, Pelagia, y así pudo dedicarse a la predicación y el apostolado en la provincia; fundó nuevos monasterios y marchó en peregrinación, simepre a pie, a las tumbas de los santos, especialmente a la de san Martín de Tours.
Por el hecho de no haber permanecido siempre dentro de los muros del monasterio, tuvo mucha relación con personajes importantes de su época: tuvo contacto con santa Radegunda, fundadora de monasterio de la Santa Cruz en Poitiers; fue estrecho amigo del poeta Venancio Fortunato; participó de una misión diplomática junto al rey de Austrasia Gurtram Boso (muerto en 587). Murió en su monasterio de Attane el 25 de agosto del 591. Las noticias sobre su vida provienen de san Gregorio de Tours, contemporáneo del abad, entresacadas de su «Historia Francorum».
Traducido, con escasos cambios, de un artículo de Antonio Borrelli.