Si se compara la inscripción de san Antimo en el Martirologio Romano actual (2001) con el anterior puede verse que este santo figuraba como cabeza de un grupo muy numeroso de mártires bajo Diocleciano: Máximo, Baso, Fabio, Sisinia, y varios nombres más, que se celebraban conjuntamente en esta fecha.
La razón es que había unas Actas de martirio, que contaba la historia y conversión de cada uno de ellos, y cómo iban recibiendo el martirio. No obstante esas actas, aunque antiguas (entre el siglo V y el IX), y atestiguadas en distintos manuscritos, no pueden reputarse como auténticas, sino como parte de esa vasta corriente de literatura piadosa que floreció por esos siglos, y que del recuerdo oral y auténtico de un mártir terminaba sacando grupos enteros, con lujo de detalles (extravagantes en muchísimos casos) sobre cada uno, pero que en lo profundo consistían en repetir de uno a otro las mismas "maravillas": cielos que se abren, cabezas que hablan, fieras que no comen, etc.
Toda esa amplísima literatura tiene un fondo cierto: los martirios de los auténticos santos, que quedan en muchos casos ocultos tras el "festival de maravillas". Por este motivo, la depuración del santoral tuvo como principal interés llegar a poder establecer quiénes son aquellos santos de los que podemos decir que su culto es antiguo y auténtico, aunque a veces de un nombre no haya quedado más que eso: el nombre.
Es muy posible que en el caso de este Antimo, la aparición de un grupo de compañeros sea una contaminación narrativa con san Antimo de Nicomedia, que se celebra el 24 de abril y él sí como auténtica cabeza de un grupo martirial bajo Diocleciano. Así opina el hagiógrafo Delehaye.
Pero aunque las actas del Antimo de hoy sean falsas, su nombre no aparece sólo en ellas, sino que está inscripto en distintos testimonios de un martirologio tan antiguo y prestigioso como el Jeronimiano (entre siglos IV y VI). Además, varias iglesias de la región del Piceno en Italia (al centro-este del país) están dedicadas a su nombre.
Bien es verdad que no podemos establecer de su vida nada con certeza: aparece a veces como presbítero, otras como obispo, otras como mártir sin mención de su oficio eclesiástico, y heredera de esta variedad es que en la iconografía aparece a veces con mitra de obispo, a veces con ornamentos sacerdotales, etc.
Pero lo que sí podemos tener por seguro es que la variedad y persistencia de su culto -sin compañeros en las versiones más antiguas, con compañeros más tarde- es un indicativo de la certeza de su martirio, del que lamentablemente no podemos saber ni siquiera la fecha con exactitud: posiblemente a mitad del siglo III (Decio) o en la persecución de fines del III inicios del IV (Diocleciano).
El culto recibió un fuerte impulso en época de Carlo Magno (s VIII-IX), gracias a algunas fundaciones monásticas patrocinadas por la corona y puestas bajo su advocación.
Ver Acta Sanctorum, mayo II, 614; allí se recopilan las Actas, aunque planteando ya muchas dudas sobre su autenticidad, hoy el carácter legendario está fuera de toda duda. En Enciclopedia dei Santi, art. de I Daniele, se hace un recorrido por las distintas posibilidades de identificación de san Antimo.