San Anastasio, que había nacido en Venecia, era un monje muy sabio de la abadía de Mont-Saint-Michel, a mediados del siglo XII. Como el abad no fuese una persona muy recomendable y se le hubiese acusado de simonía, Anastasio abandonó el monasterio y se retiró a vivir como ermitaño en la región normanda de Tombelaine. Hacia el año de 1066, san Hugo de Cluny le invitó a ingresar en su monasterio. Siete años más tarde el papa san Gregorio VII le envió a España, probablemente para incitar a los españoles a sustituir la liturgia mozárabe por la latina. El cardenal Hugo de Remiremont (irónicamente apodado «Candidus»), que era entonces legado en Francia y España, había trabajado ya por esa causa. San Anastasio retornó pronto a Cluny, donde vivió apaciblemente otros siete años, al cabo de los cuales se retiró a una ermita de las cercanías de Toulouse. Según se dice, Hugo de Remiremont, quien había sido depuesto y excomulgado por sus repetidos actos de simonía, fue a reunirse con san Anastasio. El santo vivió entregado a la contemplación hasta que fue llamado nuevamente a su monasterio en 1085. Murió durante el viaje y fue sepultado en Doydes. Probablemente el santo es el autor de una «Epístola a Geraldo» sobre la Presencia Real.
La biografía de san Anastasio, escrita por un tal Galterio, puede verse en Mabillon y en Acta Sanctorum, oct., vol. VII, pte. 2. Sobre la cuestión de la epístola cf. Dictionnaire de Théologie Catholique, vol. I, c. 1166.