Se puede intentar una reconstrucción de la vida de Alderaldo, localizando los elementos legendarios de la tradición manuscrita en un período histórico indicado -aunque sólo aproximadamente- por un documento de donación redactado en Montierender. Su «Vita», de hecho, se reduce a un panegírico plagado de luegares comunes y exhortaciones al buen obrar; falta cualquier clase de precisión histórica en cuanto al relato en sí mismo, y cualquier indicio que permita individualizar las fuentes y el hagiógrafo del que se sirvió. Alderaldo es también recordado en las crónicas de san Mariano de Auxerre y de san Pedro de Sens. Probablemente vivió hacia el siglo X.
Según la mencionada «Vita», Alderaldo, nacido en las cercanías de Troyes de una familia acomodada, habría sido educado en un monasterio y, más tarde, habría llegado a ser canónigo de la iglesia local de San Pedro. Entre el 982 y el 991, el obispo Manasés nombró a Alderaldo Arcidiácono (Arcediano), puesto que su firma seguida de este título aparece en el señalado documento de Montierender.
El santo introdujo radicales reformas en los monasterios de la diócesis de Troyes, donde, en vez de un vida ascética y recogida, se ocupaban del comercio y las ganancias. Luego Alderaldo partió en peregrinación a Tierra Santa, y consiguió huír de la captura de los piratas berberiscos, aunque cayó en manos de los turcos, que lo sometieron a toda clase de torturas para obligarlo a infringir las reglas. Pero Alderaldo no rompió la observancia, y resistió valientemente toda presión. Tenía particularmente en el corazón la costumbre del silencio tras el rezo de Completas.
Visitó Palestina, y volvió luego a Troyes por tierra, recolectando numerosas reliquias, incluyendo un supuesto fragmento del santo sepulcro, que llevaban los mercaderes de la época. Alderaldo, para custodiar la preciosa reliquia, edificó en Samblières, localidad distante 12 km de Troyes, un santuario en torno al cual surgió en seguida una ciudad, que compartió con el monasterio el nombre de Santo Sepulcro hasta 1673 (en que recibió su nombre actual de Villacerf). La custodia del santuario fue confiada a los monjes cistercienses de Cluny. Entre ellos murió Alderaldo, y fue sepultado en el 1002 (1004 o 1005, según otros).
El culto de Alderaldo se extendió por la diócesis entera de Troyes, de lo que hay allí numerosos testimonios, a partir del siglo XIII; la fiesta era celebrada el 20 de octubre. En el siglo XVII las reliquias del santo fueron trasladadas a la iglesia parroquial de Villecerf, donde a inicios del siglo XIX le fue dedicado un monumento.
Traducido para ETF de un artículo de María Voctoria Brandi en Enciclopedia dei Santi.