Adamnan, a quien San Beda llama "hombre bueno y sabio, notablemente ilustrado en las Sagradas Escrituras", nació hacia el año de 624, en Drumhome, en el condado de Donegal. Ahí mismo fundó un monasterio e ingresó en él, pero no tardó en seguir los pasos de Colomba, su santo consanguíneo, y se retiró al monasterio de lona, del que fue el noveno abad en el año de 679. A la muerte de Oswy, el rey de Nortumbría, su hijo Alfrido, para escapar al rencor del usurpador Egfrido, buscó refugio en lona, donde conoció a Adamnan. Siete años más tarde, Alfrido había recuperado el trono y, al requerirse los servicios de una persona capacitada para parlamentar con los de Nortumbría en favor de los irlandeses, a fin de negociar el rescate de algunos prisioneros, se eligió naturalmente a San Adamnan. Tuvo éxito en su misión: regresó a Inglaterra e hizo detenidas visitas a los monasterios de Wearmouth y Jarrow, donde fue visto por el joven Beda, que por entonces (el año de 688) tenía trece años. Como resultado de aquellas visitas y de una larga conversación que mantuvo con San Ceolfrido, el abad dejó de lado la costumbre de sus predecesores y adoptó la verdadera fecha para celebrar la Pascua. Al regresar a su monasterio, hizo todo cuanto estuvo de su parte para que los monjes de lona adoptasen también la nueva fecha, pero sin mucho éxito.
Después de su fracaso por convertir a los monjes celtas a las costumbres romanas, San Adamnan pasó una larga temporada en Irlanda. Durante el Concilio de Birr, llegó a convencer a la asamblea de que las mujeres no debían tomar parte en las guerras y que ni ellas, ni los niños debían perecer en la lucha ni ser tomados prisioneros; en honor suyo, aquella decisión del Concilio se llamó "Ley Adamnan." Durante el tiempo que permaneció en Irlanda, luchó para que la Pascua se celebrase en la fecha romana, como se hacía en casi todas partes, menos en las regiones donde se dejaba sentir la influencia de los monasterios de San Colomba, sobre todo en el propio lona. Hizo un vano intento final para superar la oposición de su comunidad y, como dice su biografía, "sucedió que le llegó el momento de partir de este mundo, antes de que comenzara el año siguiente, porque así lo ordenó la divina Bondad al ver que era un hombre amante de la paz y la unidad y merecía llegar a la vida eterna sin verse obligado, por el arribo de la siguiente fecha de la Pascua, a disputar más seriamente con los que se obstinaban en no seguirle." Su muerte ocurrió el 23 de septiembre de 704.
Adamnan, "un santo varón de lágrimas y penitencias, dedicado en la plegaria, diligente, mortificado y sabio en las Sagradas Escrituras de Dios", fue el más brillante de los superiores de Iona, después de San Colomba. Era un escritor e investigador infatigable. En uno de sus escritos se refiere a las tablillas, plumas estilos y cuernos para tinta que había en el escritorio de lona, aparte de los instrumentos de que él mismo se servía para escribir y que a veces fabricaba con sus manos. Como autor, se le recuerda sobre todo por su Vida de San Colomba, uno de los documentos hagiográficos más importantes de cuantos hay en existencia y la biografía más completa entre las que se escribieron a principios de la Edad Media. Adamnan la escribió en latín, a solicitud de sus monjes. En la última parte del siglo séptimo, un obispo franco llamado Arculfo hizo una peregrinación a Jerusalén y, en el viaje de regreso, su nave, empujada por vientos contrarios, fue a dar a las costas occidentales de las Islas de Bretaña (lo que parece muy extraño, a menos que la nave se dirigiese a uno de los puertos sobre la costa occidental de Francia). Después de muchas aventuras, Arculfo llamó a las puertas del monasterio de lona, donde fue cordialmente acogido e hizo, para beneficio de los monjes, un detallado relato sobre todo lo que había visto y lo que le había ocurrido en el oriente. San Adamnan escribió aquellas narraciones y así compuso su otra obra bien conocida: De locis sanctis que, "con el correr del tiempo, resultó benéfica para muchos, especialmente para los que estaban lejos de aquellos lugares donde vivieron los patriarcas y los apóstoles y nunca podrían conocer nada de ellos, a no ser por las lecturas." El libro fue presentado por Adamnan al rey Alfrido y "por su intermedio, llegó a manos de personajes de menor calidad" y, hasta nuestros días, los estudiosos lo leen a menudo.
Entre las consejas populares relacionadas con este santo se halla una donde se relata que, a fin de abastecer de leña a su monasterio, derribó él mismo con el hacha tan gran cantidad de encinos, que se podían llenar doce lanchones con los troncos. También se afirma que, en otra ocasión, los monjes advirtieron que no estaba con ellos en el coro y se pusieron a buscarle hasta que le encontraron en un rincón apartado, arrebatado en éxtasis, en la contemplación del Niño Jesús. A San Adamnan le profesaron gran veneración los pueblos de Escocia y, el nombre de Adam, tan usado por los escoceses, es un apócope de Adamnan. Su fiesta se celebra todavía en las diócesis de Argyll y en las Islas. En toda Irlanda se conmemora en esta fecha a San Eunan y se afirma que fue obispo de Raphoe; pero no se ha podido establecer con certeza que este Eunan y Adamnan hayan sido la misma persona. Es muy improbable que haya sido obispo de Raphoe.
Las informaciones dignas de crédito sobre Adamnan, proceden de la Ecclesiastical History de Beda. Véase la edición de C. Plummer con sus anotaciones. También s cuenta con materiales irlandeses que, si bien son más legendarios, aportan datos interesantes. La Miscellanea Hagiographica Hiberniae de Plummer aporta abundantes referencias anecdóticas. Hay una breve biografía en irlandés, que fue traducida e impresa en la Celtic Review, vol. V (1908), pp. 97-107. Entre las obras de Adamnan, el mejor de 1os textos de De locis sanctis es el que editó Geyer en la Viena Corpus Scriptorum, vol. XXXIV, en tanto que la Vida de San Colomba fue editada por J. F. Fowler (1920). Ver a Gougaud en Christianity in Celtic Lands (1932) y a Kenney en The Sources of the Early History of Ireland, vol. I, 1929.