El 9 de agosto de 1936 se presentaron dos hombres en la llamada Casa Zaydin, donde estaban dos religiosos escolapios de la comunidad de Peralta de la Sal, y dijeron que ambos debían acompañarles a Fonz donde tenían que deponer en una causa. Uno de ellos, el sacerdote P. Faustino Oteiza, se dio cuenta de que se trataba realmente de la hora del martirio y dirigiéndose al hermano Florentino Felipe le dijo que había llegado la hora de ir al cielo. Pidió un poco de tiempo, que le fue concedido, confesó a las personas de la casa, se vistió de paisano para impedir que fuera profanado el hábito religioso y dio su bendición a todos los presentes. Los dos religiosos renovaron su profesión religiosa con todo fervor. A las cuatro de la tarde los recogió un coche. La calle estaba llena de gente, que acudió a despedirlos en el más respetuoso silencio. El coche partió camino de Azanúy y, ya en términos de esta población, paró el coche, los religiosos fueron obligados a bajar y allí los fusilaron. Rociados sus cadáveres con gasolina, fueron quemados pero no del todo, y por ello les enterraron en el mismo lugar de su martirio; al término de la guerra sus restos fueron trasladados a la iglesia escolapia de Peralta de la Sal. Juan Pablo II los beatificó el 1 de octubre de 1995 en el grupo de 13 escolapios martirizados en diversos días y en varios lugares durante el año 1936. Estos son sus datos personales:
Faustino Oteiza Segura nació en Ayegui, Navarra, el 14 de febrero de 1890. Ingresó en la Orden Escolapia en Peralta de la Sal y pronunció la profesión religiosa el 15 de agosto de 1907. Hechos los estudios sacerdotales, primero hizo la profesión solemne el 15 de julio de 1912 y luego fue ordenado sacerdote en Tarrasa, el 14 de septiembre de 1913. Destinado primero a la escuela infantil de Peralta, en 1919 fue nombrado ayudante del maestro de novicios y en 1926 maestro de novicios. Cumplió con total entrega esta labor formadora de los futuros escolapios y supo infundir en ellos el espíritu evangélico de san José de Calasanz. Desde 1920 padecía parkinson, lo que llevó con gran paciencia y entereza, procurando cumplir sus deberes con toda puntualidad. Cuando el 8 de noviembre de 1933 hubo un intento de incendiar el colegio escolapio, sólo el P. Faustino y otro hermano quedaron dentro del mismo. Tras el 18 de julio de 1936, inicio de la guerra civil, las cosas se pusieron muy difíciles para los religiosos. El día 23 fueron obligados a dejar el colegio e irse a la llamada Casa Clari, donde se prepararon al martirio y de donde fueron sacados todos menos los mártires de hoy, que el 29 de julio fueron llevados a la Casa Zaydin, y de aquí, como queda dicho, fueron sacados el día 9 de agosto.
Florentino Felipe Naya era natural de Alquézar, Huesca, donde nació el 10 de octubre de 1856 y fue bautizado con el nombre de Francisco. Tuvo una familia muy cristiana en la que abundaban las vocaciones religiosas. Llegado a la adolescencia se dedicó a las labores del campo y entró al servicio de un rico propietario. Por su medio conoció a los padres escolapios e ingresó en la Orden Escolapia como hermano lego, profesando el 7 de marzo de 1880 los votos temporales y el 29 de abril de 1883 los votos solemnes. Trabajó siempre en la cocina y el comedor, pasando por varios colegios de la Orden y llegando al de Peralta de la Sal en 1929. Los últimos años ya podía trabajar poco porque tenía problemas de vista y oído a causa de su avanzada edad. En la expulsión de los religiosos y la hora del martirio demostró gran serenidad y firmeza. Murió con el rosario en las manos.