Entre los presos declarados «inválidos» que el 6 de mayo de 1942 fueron sacados del campo de Dachau para ser eliminados en la cámara de gas, se encontraban estos dos sacerdotes polacos que coronaron con el martirio sus vidas de notable y fervoroso servicio a Dios y al bien de sus hermanos, servicio que en ambos casos fue reconocido por la Iglesia.
Enrique había nacido en Bierzwienna el 10 de julio de 1888 y se había ordenado sacerdote el 13 de junio de 1914. Interrumpidos sus estudios por la guerra, durante la cual realizó diferentes apostolados por indicación de su Obispo, terminó su doctorado en teología en Lublín y volvió a su diócesis, Wloclawek, donde fue nombrado profesor del seminario y director del Instituto Pío X. Rector del seminario entre 1928 y 1939, fue también canónigo de la catedral. El Papa premió sus trabajos nombrándolo prelado doméstico. Al llegar la II Guerra Mundial intentó que prosiguiera la vida del seminario, pero fue arrestado el 7 de noviembre de 1939 y llevado al campo de Lad, y posteriormente al de Dachau. Aquí los trabajos y malos tratos minaron su salud, lo que le hizo acreedor del calificativo de «inválido».
Casimiro nació en Varsovia el 8 de abril de 1884. Tras estudiar en el seminario de Lublín, se ordenó sacerdote el 14 de junio de 1908. Marcha a Innsbruck a estudiar teología moral y a su vuelta a la diócesis es profesor en el seminario y en un instituto. En 1915 funda el Instituto Jan Zamoyski, que dirige durante 18 años, por cuya labor es nombrado canónigo de la catedral y prelado doméstico de Su Santidad. Desde 1935 es rector de la iglesia de la Victoria y se dedica al apostolado entre los intelectuales, la juventud masculina y el movimiento scout. Arrestado el 11 de enero de 1940, está hasta junio en el castillo de Lublín, de donde pasa al campo de concentración de Sachsenhausen y luego al de Dachau. El hambre, los trabajos y las miserias del campo arruinaron su salud, y por ello fue declarado «inválido». Fueron beatificados el 13 de junio de 1999.