El 16 de agosto de 1605, en Yamaguchi, diócesis de Hiroshima, muere el samurai Melchor decapitado en su casa, por defender la fe cristiana, mientras oraba y meditaba la pasión. La importancia del martirio de este samurai estriba también en su calidad de descendiente de familia noble que se remonta al emperador Kammu (782-805). El samurai Melchor precedentemente se había enfriado en la fe, pero después de la guerra de Corea, tomó un camino de segunda conversión, entregándose con generosidad hasta el momento de su martirio. En sus cartas dirigidas a sus amigos manifiesta su adhesión incondicional a la fe, mientras, al mismo tiempo, estaba dispuesto a servir con fidelidad a su señor el «daimyó», pariente suyo.
Del artículo de Mons. Juan Esquerda Bifet en L'Osservatore Romano del 28 de noviembre de 2008, sobre los mártires del Japón beatificados en 2008. El artículo completo se halla en la página del grupo.