Llamado “El samurái de Cristo”, casado y padre de 5 hijos, eligió el camino del exilio antes que abjurar de la fe cristiana, cuando el cristianismo fue prohibido completamente en su tierra en el 1614.
Su estatua en Manila lo muestra sosteniendo la katana, el sable de los guerreros japoneses, puntada hacia abajo y con empuñadura en forma de cruz. Representa bien la parábola de su vida: de daimio -gran señor feudal-, potente en la batalla, a pobre y exiliado hasta la muerte.
Nació en 1552, pocos años más tarde que san Francisco Javier trajera la fe cristiana al Japón. Su padre abrazó el cristianismo en 1563, y Takayama Ukon (en realidad Ukon es un título, y Takayama el nombre del clan, pero es conocido normalmente por esos dos nombres) fue bautizado a 12 años, por el sacerdote jesuita P. Gaspare di Lella, cuando recibió "Iustus" como nombre de bautismo.
Señores feudales, los Takayama llegaron a dominar la región de Takatsuki, y Iustus se empeñó en difundir el cristianismo con la fundación de seminarios y la formación de misioneros y catequistas: en sus territorios, con una población de 30 mil personas, casi 25 mil abrazaron la fe.
Cuando el shogun Tokugawa prohibió definitivamente el cristianismo en 1614, Takayama fue al exilio y lideró un grupo de 300 católicos japoneses que partieron a las Filipinas. Llegaron en diciembre de ese año y se establecieron en Manila, la capital del país.
En Manila partió a la casa del Padre, debilitado por los estragos de la persecución.
Con informaciones recogidas de Radio Vaticana y AciPrensa. Más información en The Samurai Archives.