Acta Sanctorum del 4 de julio menciona conjuntamente a dos laicos florentinos contemporáneos, del siglo XIV, que se distinguieron por su caridad en vida, y milagros luego de su muerte: Barduccio y Juan de Vespignano. De estos, sólo el segundo ha quedado inscrito en el Martirologio Romano, posiblemente por contar con algún signo más de su existencia histórica y culto antiguo, muy difícil de constatar en los dos casos; muy pronto el templo en el que estaba enterrado Barduccio fue presa del fuego (1370). En cambio del beato Juan subsisten algunos, aunque muy escasos, datos.
La referencia sobre el beato es la «Chronici Florentini Italici scriptor Joannes Villanus», en la que el autor afirma que en el año 1331 vivieron en Florencia «duo boni & justi viri, vitæ & conversationis sanctæ, largarumque eleemosynarum, tametsi laici essent»: dos varones justos y buenos, de vida y palabra santas, de extensa limosna a pesar de ser laicos...»; quizás hoy nos pueda sorprender esta aclaración del final del párrafo, sin embargo en una época en que la vida religiosa era vista casi como camino ordinario para llegar a Dios, no es de extrañar que el autor se sorprenda de que un laico alcance las virtudes que normalmente se predicarían de un hermano consagrado.
Luego de su muerte, y a raíz de los milagros que se obraban sobre su tumba, fue trasladado al interior de la iglesia de San Pedro Mayor, en Florencia, donde tenía consagrado un altar; ese traslado se produjo en el domingo de la infraoctava de la solemnidad de los SS Pedro y Pablo, motivo por el cual la fecha del beato quedó establecida en la actual del 4 de julio, ya que la de muerte se desconoce. También el año presenta algunas dudas, y otra fuente, aunque indirecta, señala 1301, más que 1331.
La iglesia de San Pedro Mayor fue demolida en 1784, pero los restos del beato fueron trasladados a San Juan Mayor, en Muggello, donde hasta hoy se encuentra la capilla y tumba del beato (ver foto). Por aquellos mismos años se había pedido al papa Pío VI que confirmara el culto inmemorial, pero estando ya preparado el decreto, falleció el Papa. No obstante su sucesor, Pío VII retomó la cuestión y la Sagrada Congregación de Ritos emitió el decreto correspondiente el 20 de septiembre de 1800, y aprobó oficio y misa propios en 1801.
Como curiosidad, el poeta Velutello (s. XVI) afirmaba que uno de los dos justos a los que se refiere Ciacco, personaje de la Divina Comedia, en Infierno VI, 73, es precisamente el beato Juan de Vespignano, aunque esa hipótesis no goza hoy de aceptación.
Ver Acta SS, tomo II, pág 168; Hay un folleto, "Vita del beato Giovanni da Vespignano colla traslazione delle sue sacre reliquie alla Pieve di S. Giovanni Maggiore in Mugello", que es contemporáneo de la traslacioón de reliquias y confirmación de culto, publicado en Florencia en 1803 y asequible por internet. El dato sobre la hipótesis de Velutello se encuentra en la entrada correspondiente al beato en la Enciclopedia Dantesca.