La madre de Juan murió al darle a luz. Su padre, ya fuese por pobreza o por considerarlo el culpable de la muerte de su esposa, le abandonó. Juan hubiese muerto, a no ser por una tía suya que le recogió y se encargó de su educación, y el niño dio pronto muestras de ser excepcionalmente piadoso. A eso de los quince años conoció en Palermo al beato Pedro Jeremías, quien le infundió su entusiasmo para tomar el hábito de Santo Domingo. Con el tiempo, Juan llegó a ser un buen predicador. Sus superiores le enviaron a fundar una casa de su orden en Cáccamo, donde había nacido. La construcción progresó con muchas dificultades sobre los cimientos de un antiguo edificio. Como nadie recordaba que existían aquellos cimientos, todos consideraron la erección del edificio como un hecho extraordinario. Juan fue nombrado prior de aquel convento en 1494; lo gobernó con gran virtud y obró muchas maravillas. Las lecciones de su oficio afirman que murió a los 111 años de edad; pero, por más que haya sido discípulo de Pedro Jeremías, es poco probable que tuviera más de setenta y cinco años. Su culto fue aprobado en 1753.
Véase Monumenta Historica, O. P. vol. XIV, pp. 229-230; Procter, Dominican Saints, pp. 318-321; y las biografías de M. Ponte (1853) y G. Barraca (1926). Cf. la bibliografía de Taurisano, Catalaogus Hagiographicus O.P.