José Tous y Soler nació en Igualada el 21 de marzo de 1811. Ingresó en los capuchinos en el convento de Santa Eulalia de Sarriá el 18 de febrero de 1827 con el nombre religioso de fray José de Igualada. Recibió la ordenación sacerdotal en la capilla del palacio episcopal de Barcelona, el 24 de mayo de 1834, de manos del obispo Pedro Martínez. Poco después vendrían los decretos de exclaustración de julio de 1835, promovidos por el Gobierno de Mendizábal. En esta circunstancia tan adversa para la vida religiosa, el padre Tous fue expulsado del convento barcelonés de Santa Madrona y tuvo que compartir con sus hermanos de comunidad primero el encarcelamiento y después un largo exilio en Italia y Francia. En medio de unas circunstancias difíciles, el padre Tous fue siempre fiel y perseverante, manteniendo la fe y la confianza en Dios así como la observancia de su espiritualidad franciscana y de su condición de religioso capuchino.
Cuando retornó a Barcelona, en el año 1843, se incardinó en la diócesis como sacerdote secular y colaboró pastoralmente en la parroquia de Santa María del Mar, como vicario en la localidad de Esparraguera, y finalmente fue adscrito a la parroquia barcelonesa de San Francisco de Paula. Llevado por su preocupación ante una sociedad que vivía un proceso de descristianización, el 27 de mayo de 1850, con el beneplácito del obispo de Vic, Llucià Casadevall, el padre Tous fundó en la población de Ripoll el Instituto de Terciarias Capuchinas de la Divina Pastora, dedicadas a la formación cristiana de la infancia. Esta congregación, iniciada con un grupo de jóvenes que tenían al padre Tous como consiliario en la parroquia de San Francisco de Paula, se extendió rápidamente y abrió centros educativos en Capellades, Ciempozuelos (Madrid), Sant Quize de Besora, Igualada, etc.
El fundador dedicó muchos esfuerzos a la consolidación de la congregación que, uniendo la contemplación a la acción apostólica, tenía que dedicarse a la educación de la infancia, sobre todo de la infancia femenina. Uno de los consejos que daba a sus religiosas era este: «Enseñad más con amor de madres que con severidad de maestras». Y también les daba este otro consejo: «Derramad en el corazón de la infancia y la juventud los santos pensamientos y devotos afectos que Dios os ha comunicado en la santa oración».
No le faltaron obstáculos en su misión de fundador. En tiempos y circunstancias difíciles, él dijo que «aunque todo sea oscuro, hay que ser fiel a Dios y fiel a los hombres». La congregación que fundó el padre José Tous, llamada actualmente Hermanas Capuchinas de la Madre del Divino Pastor, está presente en colegios, residencias y obras misionales en Roma, en España y en cinco países de América Latina: Nicaragua, Costa Rica, Guatemala, Cuba y Colombia. En Cataluña están presentes en Barcelona (dos colegios), Capellades, Igualada (colegio y casa de espiritualidad en la casa natal del fundador), Pallejà, Premià de Mar, Sabadell y San Pere de Ribes. En el resto de España tienen obras en Madrid (residencia de estudiantes), en Cieza (Murcia) y en Las Arenas (Vizcaya), realizando el servicio según el espíritu que recibieron de su fundador.
Alma contemplativa en medio de su actividad apostólica, el padre Tous nos ha dejado un gran testimonio de fidelidad al sacerdocio, a las raíces franciscanas de su espiritualidad y a su entrega como pedagogo a la obra de la educación de la infancia y la juventud. Precisamente entregó su alma a Dios, en la mañana del 27 de febrero de 1871, mientras celebraba la santa misa para las religiosas y las alumnas del colegio de la calle Jonqueres de Barcelona.
Artículo del Cardenal Luis Martínez Sistach, arzobispo metropolitano de Barcelona, publicado en L'Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española, del 25-IV-2010 con ocasión de la beatificación del P. José, que recogemos del Directorio Franciscano.