Apresado en Osaka, lugar de su apostolado, fue condenado a morir en la fosa (Osaka, febrero de 1636); afirmó siempre su fe, sin delatar a sus colaboradores ni a los cristianos que le habían albergado; de haberlos delatado, hubiera sido señal de apostasía y le hubieran liberado. Los testigos ofrecen testimonio fehaciente de su actitud martirial, sin callar la defección de otros. Con él murió su catequista Miguel Soan, que no ha sido beatificado por el momento.
Ver la información del grupo, realizada por Mons. Esquerda Bifet. El día exacto del martiro es deconocido, pero en esta fecha lo inscribe el Martirologio Romano.