El beato Carlos Eraña Guruceta estuvo dotado de excelentes cualidades para la educación y el gobierno. Desempeñó cargos de dirección durante veinte años consecutivos. Desde 1916 a 1927 trabajó en La Mancha como director del Instituto Popular de la Concepción -la Popular-, dedicado a promocionar niños de familias económicamente débiles. En el Colegio de Tetuán (Marruecos) en cinco cursos (1927-1933) prestigió el Centro e hizo necesaria la construcción de un edificio de nueva planta. A partir de 1933 desempeñó el cargo de Director de Primera Enseñanza en el Colegio de Nuestra Señora del Pilar de Madrid. Por todas partes dejó una estela de sencillez y santidad, entregado totalmente al servicio de sus hermanos religiosos y a la educación cristiana de sus alumnos.
A finales de julio de 1936, ante el rumbo que tomaban los acontecimientos, salió de Madrid y se dirigió a Ciudad Real, donde esperaba encontrar tranquilidad o, al menos, protección de parte de sus antiguos alumnos. Pero no encontró lo que buscaba. Quedó en régimen de libertad condicional. Pese a su situación se responsabilizó de los religiosos marianistas dispersos por la ciudad en pensiones o casas particulares, y hasta el momento de su detención se encargó de suministrarles apoyo moral y el dinero necesario para vivir. El 6 de Septiembre le detuvieron y fue conducido a la «checa» que se había instalado en el Seminario. Sus días de cautiverio fueron un testimonio de serenidad, de vida de oración y abandono a la Providencia. El 18 de Septiembre consumó el sacrificio de su vida en Alarcos. Fue beatificado, con los otros dos mártires marianistas, Jesús Hita Miranda y Fidel Fuidio Rodríguez, el 1 de octubre de 1995.