De la antigua familia de los condes de Valperga, que la tradición hacía descender del primer rey de Italia, Arduino de Ivrea, Bonifacio nació en Turín, en la segunda mitad del siglo XII. Sus padres fueron Mateo, sexto conde de Canavese, y Ana Levi de Villars. Recibida la primera educación cristiana en la familia, fue luego enviado junto a su tío paterno Arduino, obispo de Turín, que lo proveyó de una más amplia instrucción, pareja al crecimiento en las virtudes cristianas. A cierta edad, Bonifacio decidió ingresar en la vida religiosa, vistiendo el hábito monástico en la abadía benedictina de Fructuaria, en la actualidad San Benigno Canavese. Pasó luego al convento agustiniano de San Urso de Aosta, brillando también aquí por su doctrina y santidad de vida.
Bien pronto, alrededor del 1210, fue nombrado prior. En tal tarea emprendió una vigorosa dirección, tanto espiritual como temporal, de la comunidad, atrayendo sobre sí la admiración y la estima del pueblo. Consiguió que los fieles tomasen con más afecto la suerte del convento, interviniendo más frecuentemente con donativos. Difundida cada vez más su fama por todo el Valle, cuando el obispo Jacobo fue transferido a Asti, Bonifacio fue elegido, el 17 de julio de 1219, para la sede episcopal de Aosta, como vigésimo sucesor del primero obispo, san Eustacio.
Las numerosas donaciones en favor de la mesa episcopal testimonian la buena administración de los bienes diocesanos que supo realizar, y la confianza que inspiró en sus fieles. Empeñó todos sus esfuerzos como pastor de la grey que tenía confiada, por veinticuatro años, distinguiéndose siempre por su humildad, amor a los pobres, y premura en el cuidado de las almas. Murió el 25 de abril de 1243, y fue sepultado en principio en la colegiata de San Urso. Pero luego su cuerpo fue trasladado a la catedral de Aosta, a la capilla de San Antonio. Fue inmediatamente venerado como beato, y fundada una prebenda en su nombre. En 1291 le fue dedicado un altar por el obispo Nicolás Versatori, en torno al 1302 le fue erigida una estatua de mármol, y se hicieron tres reconocimientos de sus reliquias, en 1551, en 1783 y en 1817. En esta ocasión, una urna con sus restos fue depositada en un nicho entre el presbiterio y la nave derecha de la catedral de Aosta, donde hasta hoy está expuesto a la veneración de los fieles. El papa León XIII confirmó en 1890 su culto inmemorial.
Traducido para ETF, con escasos cambios, de un artículo de Fabio Arduino.