La Orden de Santo Domingo, fundada para la defensa de la fe, no tuvo en menos su gloriosa misión. Entre los siglos XIV y XV el norte de Italia estaba infectado de miles de errores, pero los hijos de santo Domingo se mostraron siempre dispuestos a morir, antes que ver atacada la recta fe. El convento de Svigliano dio a la Iglesia en ese contexto tres beatos mártires: Antonio Pavoni, Pedro Cambiani, y Bartolomé Cerveri.
Bartolomé nació en 1420 en Savigliano, de noble familia; su padre era señor de Cuffia, Cervere y Rossano. Entró muy joven al convento dominicano local, y desde el principio demostró gran empeño por adquirir la ciencia sacra y ejercitar la virtud. Fue luego enviado a proseguir los estudios a la Universidad de Turín, donde el 18 de mayo de 1452 consiguió al mismo tiempo -caso único en los anales de la escuela- la licencia, el doctorado, y el nombramiento docente. Por dos veces fue elegido prior del convento de Savigliano, donde hizo ampliar la iglesia. Fue además director de los monasterios femeninos de Savigliano y de Revello.
En 1451 fue nombrado inquisidor de la fe para el Piamonte y la Liguria; encargo peligroso dado el elevado número de herejes, pero de los cuales buenos frutos, más por la palabra y el ejemplo de santidad, que por los métodos «fuertes» en uso en aquel tiempo. Pero su actividad no tardó en atraerle el odio de los herejes, y parece que fue advertido sobrenaturalmente de que daría la vida por la fe. El 21 de abril de 1466 se encaminaba a Cervere con sus cohermanos Juan Boscato y Pedro Riccardi para el acostumbrado trabajo apostólico. Hizo una completa confesión con uno de los hermanos y después, casi como bromeando, le dijo que ésa sería la primera y última vez que iría a Cervere: «me llamo Bartolomé de Cervere, y nunca he estado allí, hoy voy a ir como inquisidor para dejarme la vida». Cuando dejaron Bra, a cerca de un kilómetro de Cervere, en una hondonada, conocida luego como «Pozo de la muerte», los tres religiosos fueron rodeados por cinco herejes, que hirieron gravemente a uno de ellos, y atravesaron mortalmente con lanzas el vientre de Bartolomé. El tercer hermano consiguió ponerse a salvo. El mártir expiró rezando por sus asesinos.
varios documentos atestiguan unánimemente los hechos milagrosos que sucedieron a su muerte. Su cuerpo fue trasladado a Savigliano con grandes honores y obtuvo numerosas gracias, por lo que el mártir comenzó inmediatamente a ser venerado. En 1802, con la supresión del convento saviglianense, fue trasladado nuevamente a Cervere, donde reposa en la actualidad, bajo el altar mayor d ela iglesia parroquial. Pío IX confirmó el 22 de septiembre de 1853 su culto «ab inmemoriale».
Traducido y resumido de un artículo de Fabio Arduino.