Entre las religiosas martirizadas en Orange en el período del Terror de 1794 se cuentan las cinco religiosas cuyo martirio conmemora hoy el Martirologio Romano. Llevadas a la plaza de Orange para ser guillotinadas, cantaron el Te Deum y dieron su vida por la fe; fueron beatificadas con las demás víctimas de Orange el 10 de mayo de 1925 por SS. Pío XI Sus datos sucintos son:
Margarita Bonnet, nacida en Sérignan, el 18 de junio de 1719, y que en su juventud ingresó en el monasterio de las sacramentinas de Bolléne, tomando el nombre de sor San Agustín, y perseverando en la vida monacal hasta que la Revolución interrumpió esta vida y la obligó a dejar su monasterio, siendo llevada a Orange.
María Magdalena De Justamont, nacida en Bolléne en septiembre de 1714, cuando en su juventud sintió la llamada a la vida religiosa, ingresó en el monasterio de las Ursulinas de Pont-St-Esprit, donde profesó con el nombre de sor Catalina de Jesús y donde perseveró hasta que fue arrestada por la Revolución.
Ana Cartier, nacida en Livron, Valence, el 19 de noviembre de 1733, se había decidido en su juventud por la vida religiosa y había obtenido ingreso en el monasterio de las Ursulinas de Pont-St-Esprit, donde hizo la profesión religiosa con el nombre de sor San Basilio, profesión que guardó fielmente hasta que la Revolución la arrancó de su monasterio.
María Clara Du Bac, nacida en Laudun, Nimes, el 9 de enero de 1727. Siguió la llamada de Dios a la vida religiosa e ingresó siendo muy joven en el monasterio de las Ursulinas de Bolléne, donde hizo la profesión religiosa con el nombre de sor Clara de Santa Rosalía. También perseveró en la vida religiosa hasta que fue arrancada violentamente de su claustro.
Isabel Teresa Consolin, nacida en Courthezon el 6 de junio de 1736, al optar por la vida religiosa eligió el monasterio de las Ursulinas de Sisteron, y años después de profesar como sor Corazón de Jesús fue elegida superiora del convento de Bolléne. El día 25 de marzo de 1794 se negó a prestar el juramento que se le proponía, lo que le valió pasar cuatro meses en la cárcel de Orange. Delante de los jueces afirmó con plena entereza su adhesión a la Iglesia y su firme fe católica.