La beata Gisella, hija de Enrique II de Baviera y de Gisella de Borgoña, nació a fines del siglo X, y casó en 996/997 con el primer rey de Hungría, Esteban el Santo. Fue la primera y ás importante colaboradora de su marido en su obra de implantación del cristianismo entre los húngaros, fundando y enriqueciendo con magníficos dones los monasteriso e iglesias del reino,
En 1031 murió su hijo Emerico, en 1038, cuando tenía 42 años, murió también su santo cónyuge. Vinnieron muy pronto momentos tristes, porque el sucesor de san Esteban, Pedro Orseolo, la privó de sus bienes, e incluso en 1045 fue empujada a abandonar Hungría. Volvió a Baviera, de donde procedía, y se refugió en el monasterio benedictino de Niedenburg en Passau, donde llegó a ser abadesa. Murió hacia el 1060 y fue sepultada en el mismo monasterio.
Su tumba fue meta de pregrinaciones, y de veneración por parte de los fieles. En 1908 se realizó un reconocimiento de las reliquias. Aunque el Martirologio la inscribe con el título de beata, su culto es solamente popular, ya que no ha sido confirmado oficialmente nunca.
Traducido, con algunos cambios, de un artículo de Antonio Borrelli. La imagen muestra un mural de la beata junto a su esposo san Esteban en la capilla de Gisela, en Veszprém, de Hungría.