Luis de Otranto murió en septiembre de 1227, en marcha hacia una Cruzada; dos semanas después, su esposa, santa Isabel de Hungría, dio a luz a su tercera hija, a quien llamó Gertrudis. Antes de partir, el beato Luis y su esposa habían decidido consagrar al servicio de Dios a su próximo heredero para agradecer al Señor los años de felicidad conyugal que les había concedido; si era una mujercita, debía ingresar en el convento de las canonesas premonstratenses de Altenberg, cerca de Wetzlar. El director espiritual de Santa Isabel, fray Conrado de Marburgo, quien tenía mano dura, exigió que la promesa se cumpliese cuando Gertrudis tenía dos años, de suerte que la niña fue internada en el convento desde esa temprana edad y, al crecer, ratificó la promesa de sus padres, cuando los dos habían muerto ya. A los veintidós años fue elegida abadesa del convento. Siguiendo los pasos de su madre, empleó la herencia que recibió de su tío en edificar una iglesia para el monasterio y un albergue para los pobres, cuya construcción dirigió personalmente. En una época en que las abadesas de sangre real tendían más bien a ser grandes señoras, Gertrudis no se distinguía en nada del resto de sus religiosas, cuyos trabajos y mortificaciones compartía.
Durante la séptima Cruzada, Gertrudis, en memoria de su padre, «tomó la Cruz» con toda su comunidad. Naturalmente su compromiso no consistía en ir a combatir en Tierra Santa, sino en sostener a los cruzados con oraciones y mortificaciones incesantes. La beata obtuvo permiso de celebrar la fiesta del Corpus en su convento hacia el año 1270 y, por consiguiente, fue una de las primeras en introducir la fiesta en Alemania. El fraile dominico Dietrich, quien escribió en 1289 la «Vida de Santa Isabel de Hungría», hacía notar en ella que todavía vivía su hija Gertrudis; efectivamente, ésta no murió sino hasta ocho años más tarde, al cabo de cincuenta años de superiorato.
Ver Acta Sanctorum, agosto, vol. III: cf. Stimmen aus María Laach (1893), vol. II, pp. 415 ss. Muchas de las biografías de santa Isabel de Hungría hablan de la beata Gertrudis. El papaa Clemente VI en 1311 autorizó el culto de la beata en el monasterio, y el papa Benedicto XIII extendió la autorización a toda la Orden Premonstratense el 11 de julio de 1729, lo que puede considerarse una confirmación de culto (datos tomados de Enciclopedia dei Santi).