Oh glorisísimo Arcángel San Miguel, Príncipe y caudillo de los ejércitos celestiales, guarda de la Iglesia y defensor de las almas, terror y espanto de los infernales espíritus: humildemente de rogamos que nos ampare tu favor, tu fortaleza nos defienda y tu virtud nos esfuerce en todos los días de nuestra vida y especialmente en el trance terrible de la muerte, para que defendidos por tu poder del infernal dragón y de todas sus asechanzas, cuando salgamos de este mundo seamos presentados por ti libres de toda culpa ante la Divina Majestad. V/ Oh glorioso Príncipe San Miguel, acuérdate de rogar por nosotros al Hijo de Dios, ahora y siempre. R/ Para que seamos dignos de sus promesas. (Padrenuestro) Compilado por: José Gálvez Krüger Director de la Revista de Humanidades “Studia Limensia”