Storia
Cantautor de música Cristiana, nacido en Córdoba, Argentina Mi misión es cooperar a que haya mas Alabanza en la Iglesia. Maxi Larghi nació en el Valle de Traslasierra, Córdoba (Argentina), en una familia donde la música y el arte fueron partícipes de su encuentro con Dios. A los 14 años comenzó a tocar la guitarra y a componer música religiosa. Sus discos Sal y Luz (2012) —que le regaló en una visita a Roma al Papa Francisco— y Soy Nazareno (2015) lo han convertido en uno de los cantantes católicos contemporáneos más influyentes de Argentina. A fines de noviembre visitó Uruguay para participar como artista invitado en el “Stella sunset”, el cierre de año de la parroquia Stella Maris de Montevideo. En la siguiente entrevista con ENTRE TODOS, Maxi habla de sus comienzos en la música, de la convivencia entre la música y la fe en su vida y de su presente en lo profesional. ¿Cómo fueron los primeros años de tu vida y cómo encontraste la fe? Nací en una familia católica nominal, como se da mucho en Argentina... personas que culturalmente tienen incorporadas cuestiones de religión, pero no necesariamente ha habido un encuentro con Jesús. Entonces, se da algo muy positivo, que es lo cultural, pero algo negativo que es la falta de una relación con Dios. Yo nací en el Valle de Traslasierra, Córdoba, de donde fue la misión del Padre Brochero (1840-1914), primer santo de Argentina. En ese lugar, hasta el día de hoy, se ven repercusiones de la evangelización de él luego de cuatro o cinco generaciones. Me empezó a hablar de Jesús una tía abuela que había sido monja, pero luego salió del monasterio. A ella le encantaba contarme historias de los santos y nos hacía rezar. En casa mi mamá era la que más fe tenía, pero no más que ir los domingos a Misa y hablarnos de valores religiosos. Mi tía abuela sí tenía a Jesús en lo cotidiano y me lo transmitió. Me acuerdo que una vez no podía abrir la puerta con la llave y se puso a rezar y abrió... una mujer con Jesús muy presente. Cuando tenía 15 años me invitaron a hacer un retiro con la Sociedad de San Juan e integrar el grupo Fragua, y ahí fue mi primer encuentro con Jesús. Había hecho la confirmación unos meses antes de eso y estoy seguro de que el Espíritu Santo preparó todo ahí. Me acuerdo patente, era un domingo de mayo y hacía frío, a mediodía salió un poco el sol y hacía calorcito... habrá sido a las once del mediodía. Ese mediodía me descubrí envuelto por el amor de Jesús y tuve una oración muy sincera, muy íntima con Él. Luego de ese día comenzó una historia. Me gusta decir que Jesús fue ganando batallas en mi vida, estamos todos siempre en un proceso. ¿Cuándo comienza tu relación con la música? Mi mamá es odontóloga y profesora de danzas clásicas, su pasión. Desde que estaba en la panza de mi mamá iba a las clases de danza con ella, en mi casa siempre hubo música. Desde que yo era chico siempre en casa, como sobremesa, a mi mamá le gustaba leer poesía. A los 14 años tuve como el impulso de querer aprender guitarra y karate, no sé por qué karate. Mis padres nunca nos pusieron límites para hacer cosas buenas, así que me dieron para adelante. En las clases de karate me dieron dos patadas y dejé de ir, y en guitarra me fue mejor. Aprendí a tocar por oído y comencé a cantar. ¿Cuáles fueron las primeras experiencias de música religiosa? En Villa Dolores, se hace una semana estudiantil, un evento del pueblo, en donde todos los colegios componen una canción alegórica a un lema que organiza la juventud católica. Ahí fue la primera vez que empecé a escribir e integré música, poesía y composición. La primera canción católica que escribí fue una canción dedicada a María, sin duda la música de Dios lleva a través de María. Mi modelo de alabanza es el modelo del “Magnificat”, María cantándole y alabando a Dios. F. GUTIÉRREZ A la hora de componer, ¿en qué te inspiras? Mi formación académica no es la de compositor, ni la de músico, soy abogado. Mi primer disco Sal y Luz fue muy espontáneo, varias letras de las canciones surgieron en adoraciones. El segundo disco, Soy Nazareno, fue más pensado, más estudiado desde la rima, la métrica y la teología. Tengo la bendición de tener varios amigos poetas y teólogos que pueden revisar las composiciones y ayudarme en la creación. Al no tener una formación de compositor, necesito tener equipos de trabajo que me enriquezcan. En la actualidad, estoy trabajando en la composición desde otro lado... quiero ir hacia la música de alabanza teniendo como modelo a María cantándole a Jesús: una María que se siente sola, que está embarazada, en compañía de su prima y con San Juan el Bautista, se siente desbordada por esta situación, pero a la vez está desbordada de alegría, “mi alma canta la grandeza del Señor”, como dice el evangelio de San Lucas. María convive con un Dios que la sobrepasa, pero a la vez la habita, porque literalmente habita en su vientre. El “Magnificat” tiene una riqueza teológica sobre la música de alabanza que no encuentro en otro caso, es el gran modelo de alabanza. Sobre todo, en la Iglesia católica se utilizan mucho las canciones confesionales, canciones que hablan de Jesús, que son muy buenas. Pero creo que no es lo mismo cantar canciones de Jesús que cantarle canciones a Jesús. Cuando cantamos canciones a Jesús se convierte en un canal para orar y conectar con Él... pasa algo espiritualmente que es casi inexplicable. Conozco testimonios de personas a las que cantando, alabando, Jesús les tocó sus corazones. En 2014 tuviste la posibilidad de visitar al Papa Francisco y le entregaste tu disco, ¿cómo fue ese encuentro? Estar con el Papa Francisco fue algo muy significativo para mí, me sentí enviado. Ese fue un año en el que hacía poco que me había ido a vivir a Buenos Aires y había dejado la abogacía para dedicarme a la música. Siempre digo que quedé a la deriva, pero de la mano de la providencia. Por ejemplo, me tocó vivir dos meses en Cáritas porque no tenía ni para comer. En medio de eso, mi directora espiritual me dijo que cuando rezara el Rosario le pidiera a Dios que me llevara a Međugorje, en Europa, lugar de aparición de la Virgen María. Al final pude ir y fue impresionante. A la vuelta pasamos por Roma, no me pregunten cómo porque no tenía casi dinero... todo muy de la providencia. En la Plaza de San Pedro pudimos colocarnos delante de todos y charlé por unos segundos con Francisco. Le dije que quería ser un cantante católico y le regalé mi disco. Ese día el Papa Francisco había estado como tres horas saludando y besando a personas discapacitadas, pero cuando llegó frente a mí, sentí que se detuvo y se generó un ambiente de intimidad, me prestó atención, me prestó su corazón. Me dijo: “Muy bueno, seguí adelante”. Para mí esas palabras son de mucha alegría y muchas veces, cuando las cosas se me ponen difíciles, recuerdo las circunstancias en las que llegué ahí, sus palabras de aliento y sus homilías. Con humildad siento que estoy enviado por el Papa, “hagan lío”. Conectado con esto que dice el Papa Francisco de “hagan lío”, en Argentina trabajás en varios colegios católicos y has formado parte de grupos de jóvenes en Alpha de la Sociedad de San Juan... ¿qué disfrutas de trabajar con los jóvenes? Lo que más me gusta es trabajar con los jóvenes, me parece que tienen la espontaneidad de la sinceridad y eso es fundamental en la vida espiritual, ser sinceros ante Dios. A medida que vamos creciendo y siendo adultos, esa sinceridad se pone más en jaque por los estereotipos. El joven puede creer o no creer, querer o no querer, pero sé que frente a Dios es sincero y eso lo admiro muchísimo. Es verdad que los jóvenes están siendo muy atacados, al menos en Argentina y en otros lugares que voy conociendo; quizá por creer que las saben todas, cosa que suele pasar en esa etapa de la vida. Pero me da más miedo la falta de sinceridad... el fariseo que todos llevamos dentro. ¿Cómo es tu presente laboral y qué novedades tenés en la música? Estoy trabajando en el Colegio Río de la Plata en el barrio Recoleta de Buenos Aires, y en el Colegio María Inmaculada en General Villegas, Buenos Aires. También, estoy con un proyecto que me ha ganado el corazón que se llama “Lumen Sky”, pensado para jóvenes millennials de 25 a 35 años, dentro de lo que llamamos en Argentina “mercado de la nueva evangelización”. Se trata de eventos con una estética audiovisual atractiva para personas que no han descubierto a Dios, con música enchufada, rock y muchas luces, donde hay adoración y música en vivo. Comenzamos en teatros, pero luego Dios nos fue mostrando que quería que lo hiciéramos en templos católicos, y fue así que se nos abrieron las puertas de las mejores y más lindas iglesias de Argentina. Se hace con mucho respeto, sabiendo que el templo es un lugar sagrado y con el consejo pastoral de cada párroco. Además, estoy lanzando una nueva canción que se llama “Tu victoria”, que fue grabada en Estados Unidos con la discográfica Vitae Worship y filmamos el video en una Misa en San Isidro, Buenos Aires. Es una canción que está pensada desde la liturgia de la Misa y con el video se busca transmitir que la victoria de Dios la podemos “tocar” en cada Misa, en el misterio de la Eucaristía.