Simeón se retiró con su amigo san Juan a un desierto de los alrededores del Mar Muerto, donde vivió veintinueve años, practicando las más severas penitencias. Jamás olvidó que para ser verdaderamente humilde hay que amar la humillación; que, por lo menos, hay que recibir con resignación las humillaciones que Dios nos envía y reconocer que son menores de lo que merecemos; que, algunas veces, es bueno buscar directamente las humillaciones, y que en esto, la prudencia humana no es siempre la mejor guía. Tan lógicamente aplicó el santo estos principios cuando se trasladó a Emesa (actual Homs), en la región siria de Orontes, que las gentes del lugar le aplicaron el apodo de «salos», que en griego significa «loco». Así, por ser verdaderamente cuerdo, san Simeón fue considerado como loco, pero Dios premió su amor por la humildad con gracias extraordinarias y con el don de milagros.
No sabemos exactamente en qué año murió san Simeón; pero ciertamente su muerte ocurrió poco después del terremoto del año 588. Hay que confesar que la humildad de este santo rayaba en la excentricidad. Alban Butler comenta que no estamos obligados a imitar en todo a Simeón y que sería un pecado de presunción el hacerlo así sin un llamamiento especial de Dios, pero que su ejemplo debería llenarnos de confusión por la mala gana con que soportamos las menores ofensas a nuestro amor propio. En realidad debemos admitir que en ocasiones San Simeón no parecía del todo cuerdo. El historiador Evagrio, contemporáneo del santo, nos dejó un relato bastante completo de su vida.
También existe una larga biografía griega, escrita por Leoncio, obispo de Neápolis de Chipre, un siglo más tarde; el texto de dicha biografía puede verse en Acta Sanctorum, julio, vol. I. Baudet y Chaussin, Vies des saints... , vol. VI (1949), pp. 18-19, dan una interesante bibliografía sobre san Simeón y los "locos por Cristo" en general. N.ETF: en el Martirologio actual se ubica a san Simeón y su compañero Juan en el siglo IV, no en el VI, y por consiguiente antes de santa Práxedes; esto no parece muy acertado, porque el dato de ubicación en el tiempo es uno de los pocos bien establecidos sobre el santo, y todos los santorales lo colocan en el siglo VI. Puesto que el Martirologio no da ningún fundamento para esa decisión, y más bien parece un mero error tipográfico, hemos vuelto a colocar a san Simeón donde tradicionalmente le corresponde, el siglo VI, y por tanto tras santa Práxedes, en el ordenamiento actual.