De Gumersindo nos cuenta que era originario de Toledo, pero que se trasladó con su familia a Córdoba desde niño. Por un voto de su padre de formarlo en el estado clerical, fue ingresado a la basílica de los santos mártires Fausto, Genaro y Marcial, donde llegó a recibir el diaconado y luego el presbiterado. Una vez ordenado, se le destinó a una iglesia rural, ya que había en el momento escaso clero.
Por su lado Servideo (es decir, Servidor de Dios) era un joven monje, que se había formado junto con Gumersindo, y vivía ahora como recluso en el santuario mencionado. Un día -san Eulogio no es más específico con las circunstancias- bajaron juntos a la ciudad, fueron señalados como cristianos, y allí mismo fueron decapitados. Sus restos fueron sustraídos por los cristianos, y escondidos en la iglesia de San Cristóbal, para poder perpetuar la veneración por ellos. El médico y erudito cordobés Dr. Ángel Fernández Dueñas, afirma que es posible que los restos perdidos de estos mártires estén en la urna común que se conserva en la catedral de Córdoba, y que tuvo la oportunidad de estudiar personalmente.
La fuente única para estos santos es la obra de San Eulogio, que dedica a estos dos el cap. 9 del libro II. Sobre la cuestión de los restos puede leerse el interesante artículo que reporta las conclusiones y algunos argumentos del estudio del Dr. Fernández Dueñas. La urna se reproduce como ilustración de la presente entrada.