Hoy se celebra, aunque en entradas separadas del Martirologio, una memoria que tradicionalmente comprendía: «en Colonia, el martirio de san Gereón y sus 318 compañeros, los cuales, en la persecución de Maximiano, presentaron mansamente el cuello al verdugo y murieron por la verdadera fe. En el territorio de la misma ciudad, el martirio de san Víctor y sus compañeros. En Bonn de Alemania, el martirio de los santos Casio, Florentino y muchos otros» (texto del antiguo Martirologio Romano). Los martirologistas medievales hablan de cierto número de cristianos martirizados en Colonia, los cuales, según la tradición, formaban parte de diversos destacamentos de la Legión Tebana. Pero el relato de su martirio fue inventado mucho después por un monje cisterciense de Froimont, llamado Helinando (siglo XIII), según el cual, san Gereón y sus 318 compañeros fueron martirizados en Colonia; san Víctor y otros 330, en Xanten (en Birten) y, los santos Casio, Florentino y sus compañeros, en Bonn. Al ver así diezmada a la Legión Tebana, Maximiano mandó llamar de África otros destacamentos, pero, como también en éstos hubiese cristianos, el emperador los condenó a muerte.
Helinando afirma absurdamente que santa Elena descubrió en Colonia y en Bonn las reliquias de los mártires y mandó construir sendas iglesias para ellas. Además, en 1121, se descubrieron en Colonia otras reliquias, lo mismo que en Xanten en 1284. Naturalmente, se procedió al punto a identificarlas como las de los mártires de la Legión Tebana y a venerarlas como tales. En todo caso, esos mártires del Rin no tienen nada que ver con los de Agaunum y no hay razón alguna para suponer que las reliquias que se descubrieron eran auténticas. Sin embargo, tras la historia inventada por Helinando hay algunos datos auténticos: un epitafio del siglo V, en el que se habla de una tal Rudulfa «sociata martyribus», es decir, sepultada cerca de los mártires, demuestra que se veneraba entonces en Colonia el sepulcro de unos mártires. Por otra parte, Gregorio de Tours nos informa que «se construyó una basílica en el sitio en que habían muerto por Cristo los cincuenta soldados de la Legión Tebana» y añade que se les llamaba «los santos dorados», por la riqueza de los mosaicos de la basílica. Algún autor ha emitido la hipótesis de que la leyenda de los mártires de Africa (Mauri) puede haber nacido de una confusión con los sancti aurei, pero la cuestión es muy oscura. San Gregorio no menciona el nombre de Gereón.
El nombre de San Gereón figura en el texto de Berna del Hieronymianum (cf. Comentario sobre el Martirologium Hieronymianum, pp. 547, 548, 550 y 557) y en el martirologio de Beda. Véase también Zilliken, Der Kolnische Festkalender (1901), pp. 104-107; Rathges Die Kunstdenmater des Rhein provinz, vol. 1, pp. 1.102; y Delehaye, Origines du culte des martyrs (1933), p. 360.