Probablemente estos dos mártires murieron en Nicomedia en la época de Galerio. Sus «actas», que no merecen crédito alguno, cuentan que Eulampio era un joven cristiano que huyó de la ciudad durante la persecución y se refugió en una cueva. Sus compañeros le enviaron a Nicomedia en busca de alimentos. Eulampio se detuvo en una calle a leer el edicto de persecución contra los cristianos. Cuando le apostrofó un soldado, el joven echó a correr. Naturalmente, su actitud despertó sospechas y Eulampio fue perseguido, capturado y llevado a la presencia del prefecto. El magistrado reprendió a los guardias por haber encadenado al joven, mandó que le desatasen las manos y empezó a interrogarle. Tras, de enterarse del nombre y el oficio de Eulampio, le exhortó a ofrecer sacrificios a alguno de los dioses, pero éste se negó y dijo que los dioses sólo eran ídolos de barro. Enfurecido el prefecto le mandó azotar. Como el joven permaneciese inconmovible, el prefecto dio la orden de torturarle en el potro. Entonces Eulampia, la hermana del mártir, se acercó a abrazarle y fue también arrestada. Ambos fueron sometidos a diversos tormentos, de los que salieron ilesos. Al verlos surgir rejuvenecidos de un baño de aceite hirviente, 200 de los presentes se convirtieron a la fe y fueron decapitados junto con los dos mártires.
En Acta Sanctorum, oct., vol. v, se encontrará el texto griego de las actas discutido a fondo. Hay otra recensión en Migne, Patrología Griega, vol. CXV, cc. 1053-1065.