San Aldem, citando actas que en su mayor parte son apócrifas, dice que Fabricio, gobernador de Cesárea en Capadocia, infligió a santa Dorotea los tormentos más crueles, porque se negó a casarse o adorar a los ídolos y que la santa convirtió a dos mujeres apóstatas enviadas para seducirla. También añade la bien conocida historia de la que se deriva la interpretación artística de la santa con manzanas y rosas. Relata que cuando era conducida a la ejecución, un joven abogado [en muchos manuscritos dice «escolástico», de donde seguramente proviene la caracterización de «estudiante» del elogio en el Martirologio Romano] llamado Teófilo se burló de ella y le pidió que le enviara fruta del jardín adonde iba. Ella prometió enviársela. Se arrodilló y rezó en el lugar de la ejecución, y de repente apareció un ángel con una canasta que contenía tres manzanas y tres rosas que envió a Teófilo, diciéndole que lo esperaría en el jardín de donde venían. Cuando Teófilo probó la fruta, se hizo cristiano y posteriormente dio su vida como mártir.
Santa Dorotea sufrió muy probablemente bajo el reinado de Diocleciano, y se cree que su cuerpo reposa en la iglesia de Roma que lleva su nombre. Las frutas y flores de Santa Dorotea pueden muy bien recordarnos los beneficios que recibimos por los méritos e intercesión de los santos. Desde el martirio de san Esteban en adelante, una y otra vez encontramos a los mártires rezando por sus perseguidores y verdugos, y una y otra vez encontramos que estos se han convertido.
Véase Acta Sanctorum, febrero, vol. I; Delehaye, Comentario sobre el Martirologium Hieronymianum, p. 79; y Biblioteca Hagiográfica Latina, nn. 2321-2325.