Estos santos sufrieron el martirio en el último año de la persecución de Marco Aurelio, pero ya durante el reinado de Cómodo. Sus actas, que son indudablemente auténticas y las más antiguas que existen, por lo que se refiere a la Iglesia del Africa, se conservan casi en su forma original. Esperato y sus compañeros eran originarios de Scillium (cerca de Túnez). Eran en total doce: siete mujeres y cinco hombres. He aquí sus nombres: Esperato, Nartzalo, Citino, Veturo, Félix, Aquilino, Letancio, Genara, Generosa, Vestía, Donata y Segunda. Llevados prisioneros a Cartago, comparecieron ante el procónsul Saturnino, quien les ofreció el perdón imperial con tal de que adorasen a los dioses. Esperato respondió en nombre de todos:
-No hemos cometido crimen alguno ni hemos hecho injusticia a nadie; hemos dado gracias por los malos tratos que recibimos, porque honramos profundamente a nuestro Soberano.
El procónsul replicó:
-También nosotros somos un pueblo religioso, y nuestra religión es más sencilla. Nosotros juramos por el divino espíritu de nuestro señor el emperador y pedimos por su bienestar. Vosotros debéis hacer lo propio, pues tal es vuestro deber.
-Si me escuchas pacientemente unos momentos, te explicaré el misterio de la verdadera sencillez -le pidió Esperato.
Pero Saturnino le ordenó que jurase inmediatamente por el genio del emperador. Esperato contestó:
-Yo no sé nada de los imperios de este mundo; sirvo a un Dios que ningún mortal ha visto jamás ni puede ver. Yo no he robado nunca y pago todo lo que compro, porque reconozco a mi Maestro, que es el Rey de reyes y soberano de todas las naciones del mundo.
Saturnino exhortó entonces a todos los reos a abjurar de su fe y Esperato exclamó:
-Tu doctrina es mala, puesto que permite el asesinato y el perjurio.
Entonces el procónsul, volviéndose hacia los otros mártires, les pidió que desmintiesen a Esperato, pero Citino respondió:
-Nosotros no tememos más que a nuestro Dios, que está en el cielo.
Y Donata añadió:
-Damos al César el honor que se le debe, pero sólo tememos a Dios.
Y Vestia dijo:
-Soy cristiana.
Y Segunda dijo:
-Yo no quiero dejar de ser lo que soy.
Y así todos los demás. Entonces, el procónsul preguntó a Esperato:
-¿Sigues decidido a permanecer cristiano?.
-Sí, soy cristiano.
El procónsul insistió:
-¿No quieres reflexionar un poco?
Esperato replicó:
-Cuando las cosas son claras, no hace falta reflexionar.
Saturnino le preguntó:
-¿Qué guardas en esa caja?
Esperato contestó:
-Los libros sagrados y las cartas de un justo llamado Pablo.
Saturnino les concedió treinta días de plazo para que reflexionaran, pero todos rechazaron la concesión y reiteraron que eran cristianos. Viendo tal constancia y resolución, el procónsul pronunció la sentencia en los siguientes términos: «Esperato, Nartzalo, Citino, Veturo, Donata, Vestia, Segunda y los demás, habiéndose confesado cristianos y habiendo rechazado la ocasión de volver a las costumbres romanas, quedan sentenciados a perecer por la espada». Cuando Saturnino acabó de leer la sentencia, Esperato exclamó: «¡Gracias sean dadas a Dios!» Y Nartzalo dijo: «¡Este día seremos mártires del cielo! ¡Gracias sean dadas a Dios!» Inmediatamente fueron conducidos al sitio de la ejecución, donde se les decapitó. Los fieles que copiaron las actas del registro público, añaden: «Y así, todos recibieron juntos la corona del martirio y reinan ron el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.»
Si se comparan los textos de Biblioteca Hagiográfica Latina, nn. 7527-7534, y Biblioteca Hagiográfica Griega, 1645, el texto más antiguo parece ser el que publicó Armitage Robinson en Text and Studies, vol. I, pte. 2 (1891). Ver también Delehaye, Les Passions des Martyrs et les Genres littéraires, pp. 60-63. Acerca de las reliquias de los mártires, cf. Pio Franchi de Cavalieri, en Rómische Quartalschritf, vol. XVII (1903), pp. 209-221. San Agustín tiene, bajo el número 299 (D, E y F) tres sermones sobre los mártires escilitanos (edición BAC bilingüe, tomo XXV, 340ss.); otra versión castellana de las Actas, en el volumen de BAC 75: Actas de los mártires, pp. 352-355.
Imagen: Santa Generosa ante el procónsul, mural en la iglesia de los SS Pedro y Pablo en Ademúz, Valencia, templo en el que la tradición local afirma que está el cuerpo de esta santa.