-¿Qué harás si te buscan?
-Esconderme y huir -respondió el santo- tanto como sea posible, pero si no es posible, entonces es la voluntad de Dios que sea apresado.
Una vez que estaba escondido en una casa, vinieron unos soldados locales a buscar sacerdotes, y él se escondió, pero viendo que corría peligro la gente de la casa, salió y se dejó ver: «Yo soy el sacerdote». Pero como fueran soldados locales, sin ningún mandarín ni otra gran autoridad, la gente del lugar los atacó en gran número con palos y otras herramientas pretendiendo ayudar a escapar al sacerdote. Este los detuvo: «hijos míos, lo único que conseguiréis será que me maten». Quizás estas palabras sugirieron a uno de los soldados acabar con la reyerta, y golpeó al santo en la cabeza, de modo que cayó bañado en sangre, mientras que los soldados se dieron a la fuga.
No murió inmediatamente, sino unas horas más tarde, alabando y bendiciendo a Dios de permitirle morir por la fe que había profesado. Los cristianos que lo rodeaban recogieron todo lo que tocaba al santo, incluyendo la tierra bañada con su sangre, considerándolo sagrada reliquia.
Otra versión de su muerte dice que unos forajidos lo apresaron sabiendo que los cristianos estaban dispuestos a pagar por el rescate de su sacerdote, pero cuando estaban de camino, y a pesar de que los cristianos reunieron el dinero, lo mataron de un golpe en la cabeza. La fecha de su muerte fue transmitida por san Jerónimo Hermosilla.
Ver Rev. Mark Ernstmann, Biographies of the martyred saints in Vietnam, USA, 1998; C. Puebla Pedrosa, O.P., Withnesses of the faith in the Orient, USA, 2006 (de aquí proviene la versión alternativa de la muerte, que parece ser la más difundida en internet); en razón de la coherencia interna del relato, considero más probable la primera.