Más adelante, en la fecha del 26 de julio, se encontrará el artículo correspondiente a santa Bartolomea Capitanio, fundadora de las "Suore della Carita" de Lovere, un instituto que se asemeja tanto en su espíritu como en sus actividades a la mundialmente famosa institución de Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul. En la tarea de dar vida a su proyecto, Bartolomea contó con la ayuda y la colaboración de una compañera de mayor edad que ella y también nacida en Lovere.
Caterina Gerosa (el nombre de Vicenta lo adoptó al tomar el hábito de monja) había nacido en 1784 y, durante cuarenta años, llevó una vida muy virtuosa, casi exclusivamente dedicada a obras de caridad y al trabajo doméstico, que debió de desempeñar desde muy temprana edad, cuando perdió a sus padres. Fue entre los años 1823 y 1824 cuando entró en estrechas relaciones con Bartolomea Capitanio, al sentirse las dos íntimamente conmovidas por un llamamiento hecho por Mons. Nava, obispo de Brescia, quien pedía voluntarios para un trabajo de rescate de almas, particularmente por medio de la educación de los jóvenes, terriblemente descuidada en toda la parte de Italia que, por entonces, se hallaba bajo la dominación de Austria. A pesar de que Caterina Gerosa se inclinaba más a cuidar a los enfermos y servir a los pobres, quedó convencida desde un principio de que debía sumar sus fuerzas a las de aquella amiga más joven que se sentía llamada a educar a los niños.
A fin de cuentas, las dos tendencias se fundieron en la institución que ambas mujeres proyectaron, de acuerdo con la Regla de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paul. Con gusto se habrían afiliado a la gran orden francesa, pero las ideas políticas del momento, que se negaban a reconocer cualquier organización que dependiese del extranjero, se los impidió. Sin embargo, la tarea prosperó de manera asombrosa, no obstante la falta de recursos y a pesar de que, en 1833, la más joven y activa de las fundadoras murió, a la temprana edad de veintitrés años. Vicenta tuvo que cargar sola con todo el trabajo, pero dio muestras de una extraordinaria entereza, como poseída por el espíritu de Dios. Fue una organizadora admirable y, bajo su gobierno, aumentaron los reclutamientos, y las fundaciones se multiplicaron. Ella, en lo personal, era la más humilde de las criaturas, y a duras penas soportaba las muestras de respeto que se le prodigaban. Siempre que sentía necesidad de fortaleza o de guía, apelaba a los sufrimientos de Nuestro Señor en la cruz. Sobre esa devoción solía decir: «El que no haya aprendido cuál es el significado del crucifijo, nada sabe, y el que conozca a su crucifijo, nada más tiene que aprender». Tras una largu enfermedad que soportó con paciencia inquebrantable, la madre Vicenta murió el 29 de junio de 1847. Fue canonizada por SS Pío XII en 1950.
En 1905, Luigi Mazza, S.J. publicó un detallado relato sobre la beata Bartolomea Capitanio y su institución, complementado en 1910 con una Vita della Madre Vincenza Gerosa. El decreto de beatificación se encuentra en Acta Apostolicae Sedis, vol. XXV, 1933, pp. 300-303 e incluye un resumen biográfico. Ver también a Kempf, The Holiness of the Church in the Ninteenth Century, pp. 204-207.