Nació en Cicoli, en los Abruzos, hacia el 1077, de una familia del pueblo. Su nombre parece haber sido Cleridona («Regalo del destino»), como resulta de un mural en la Cueva Sagrada de Subiaco, obra del Mtro. Conxolus (principios del siglo XIII). El de Chelidonia (Quelidonia, «Pequeña Golondrina») comenzó a utilizarse después del Renacimiento.
Alrededor del 1092, deseosa de dedicarse a Dios, abandonó la casa paterna y se retiró a la vida eremítica en una cueva de los montes Simbruini, unos kilómetros al noreste de Subiaco. El lugar era y es conocido con el nombre de Mora Ferogna que, según algunos, conserva el recuerdo de un santuario pagano de la diosa Feronia. Allí vivió durante casi cincuenta y nueve años, solo ante Dios, en ayuno y oración, soportando heroicamente las inclemencias de las estaciones, durmiendo sobre la roca limpia, desafiando la ferocidad de los lobos, alimentándose de las ofrendas de los fieles, pronto atraídos por la fama de sus virtudes y sus milagros, y, a veces, prodigioosamente sostenida por Dios. Sólo una vez interrumpió la larga soledad realizando, entre el 1111 y 1122, una peregrinación a Roma.
Vuelta a Subiaco, en la basílica de Santa Escolástica, el 12 de febrero -el día consagrado a la santa hermana de san Benito, recibió del cardenal Conón, obispo de Palestrina, el hábito benedictino. Seguidamente reanuda la vida eremítica, que no abandona más hasta su muerte, en el 1152, la noche del 12 al 13 de octubre. Desde la cueva se alzó hacia el cielo una columna luminosa que fue vista por innumerables testigos en todo Subiaco y más allá. Incluso en Segni, donde se encontraba el papa Eugenio III, se observó el fenómeno: fue quizás el propio Eugenio III quien decretó para Chelidonia el honor de los altares.
El cuerpo de la santa fue trasladado inmediatamente por el abad Simón a Santa Escolástica, y enterrado en la capilla de Santa María Nuova. Pero nueve años más tarde (por orden expresa de la santa, se dijo), los restos fueron llevados a la cueva, en la que el abad Simón construyó después un monasterio de religiosas y una capilla dedicada a Chelidonia y a santa María Magdalena. El monasterio se menciona en un documento del 4 de octubre de 1187. En 1578, ya abandonado el monasterio, el cuerpo de la santa fue trasladado definitivamente a Santa Escolástica por el abad Cirilo de Montefiascone, con fiestas solemnísimas, y se colocó en la capilla del brazo derecho del transepto. El monje Guillermo Capisacchi, que presenció el evento, realizó un minucioso informe, y escribió incluso una biografía de la santa, dando forma más elegante a una 'Vita' manuscrita escrita por un contemporáneo anónimo de Chelidonia, que más tarde se perdió.
Las celebraciones del traslado despertaron el culto de santa Chelidonia en toda la abadía subiacense, de modo que la Sagrada Congregación de Ritos el 21 de octubre de 1695 la proclamó patrona principal de Subiaco. Fue también el solemne traslado de 1578 lo que llamó la atención de Baronio, que la inscribió en el Martirologio Romano. En honor de Chelidonia se celebran en Subiaco dos fiestas: el 13 de julio por la traslación, y el 13 de octubre por el tránsito.
Interesante desde el punto de vista del folclore es la procesión del 13 de octubre: de la basílica de Santa Escolástica, llevando un frasco que contiene el corazón de la santa, se llega a un punto desde el cual se domina Subiaco. Desde allí con la reliquia se bendice la ciudad y el territorio de la abadía; luego a la noche los campesinos que viven al pie de la montaña, donde la santa vivió y murió, encienden fogatas alrededor de la cueva, como para renovar la maravillosa luz que iluminó el lugar a su muerte.
Traducido para ETF de un artículo de Benedetto Cignitti en Enciclopedia dei Santi, tomado de Santi e beati.