El culto a santa Felícula está estrechamente relacionado con el que se tributa a santa Petronila, y aun se ha llegado a afirmar que ambas eran hermanas adoptivas. Tanto una como la otra vivieron y fueron martirizadas en Roma hacia fines del siglo primero. La leyenda afirma que, tras de la muerte de santa Petronila, el pretendiente que aspiraba a su mano, Conto Flaccus, puso a santa Felícula en la alternativa de aceptar el matrimonio con él u ofrecer sacrificios a los ídolos. Como la muchacha rechazó indignada las dos proposiciones, Conto la denunció como cristiana a un funcionario que la detuvo y la encerró en un siniestro calabozo donde estuvo siete días, privada de agua y alimentos. Después fue entregada a las vestales, con instrucciones para que quebrantaran su resistencia a obedecer. Pero Felícula se mantuvo firme y no tocó las suculentas comidas que le ofrecieron si adoraba a los dioses y prefirió soportar el hambre otros siete días más. Entonces se le dio tormento en el potro y, al fin, fue ahogada en uno de los desaguaderos de la ciudad. San Nicomedes, un sacerdote romano, recuperó el cuerpo de la mártir y lo sepultó en la Vía Ardeatina, a la altura del séptimo hito. Varias iglesias de Roma, incluidas las de Santa Práxedes y la de San Lorenzo en Lucina, declaran poseer sus reliquias, pero no se sabe a ciencia cierta dónde se encuentran. Hubo otras santas llamadas Felícula en la misma ciudad y, si acaso llegan a descubrirse los restos de alguna de ellas, se le adjudicarán sin duda a la más famosa, a la «hermana adoptiva de Santa Petronila».
Las actas de los Santos Nereo y Aquileo, de las que el relato anterior sobre santa Felícula forma una especie de suplemento, están impresas en Acta Sanctorum, mayo, vol. III. Véase también el comentario de Fr. Delehaye en el Hieronymianum, p. 317 y cf. ibid. p. 306.