Antes que nada hay que aclarar que esta santa mártir ya no está inscrita en el Martirologio Romano en su última edición, ha sido retirada en el 2004... esto significa que el estado actual del conocimiento histórico arroja muy serias dudas sobre la existencia histórica de la santa, y más aun, la certeza está casi totalmente del lado de que esta persona no existió. Desde que se comenzó la elaboración del Martirologio Romano, la Iglesia ha hecho un denodado esfuerzo por inscribir todo aquello que reflejara la realidad del culto, pero evitando la fantasía, la leyenda y el craso error de datos; sin embargo eso no siempre es posible: ocurren muchísimas equivocaciones que provienen de la escasa fiabilidad de algunas fuentes, sobre todo antiguas, de la mera duplicación de datos entre personas de nombre parecido, etc. Los datos históricos no son nunca objeto de definición infalible sino de examen histórico, con sus propias herramientas, así que no debería extrañar estas variaciones permanentes en el Calendario. Sin embargo, la fantasía de algunos creyentes y la escasa formación que se le imparte al gran público dejan creer muchas veces que la Iglesia es igual de infalible cuando declara un dogma que cuando inscribe a un personaje histórico en su catálogo de santos. Casos como éste, de una santa que tiene una gran influencia en la piedad popular pero que no puede ser avalada por la investigación histórica son, en el fondo, muy estimulantes para aprender, por ejemplo para aprender historia de la piedad cristiana, o para aprender los mecanismos de la fantasía humana, pero sobre todo para aprender a diferenciar entre el grado absoluto de verdad de un dogma, y el grado siempre relativo de un conocimiento histórico.
Pero si la cosa es así, ¿por qué la Iglesia la quita de su Calendario oficial, pero autoriza el culto local, lo que se llama "el calendario particular" (de una región, de un país, de una orden), etc? Pues precisamente porque del conocimiento histórico nunca existe el 100% que sí, pero tampoco el 100% que no, parece poco prudente, aunque se tenga la casi total certeza de que un personaje no ha existido, borrar todo aquello que ha dejado trazos en la historia, sobre todo en la historia de la piedad, en la "lex orandi". Hay algunos casos (recuerdo ahora el de los «Santos Cuatro Coronados», pero hay otros), que han sido retirados del Martirologio, pero luego ulteriores estudios permitieron que fueran vueltos a inscribir. Está claro que el talante de la Iglesia es siempre conservativo, tenderá a mantener las afirmaciones históricas tal como se las ha mantenido el mayor tiempo, y sólo retira santos del Martirologio llevada por la mayor certeza posible. Con el mismo criterio, no teme recuperar el culto de aquellos santos que nuevos estudios permiten validar. Mientras tanto el culto local mantiene en vigencia la piedad. Lo que nos debe quedar claro de todo esto es que cuando rezamos a los santos no "rezamos al aire", ni la Iglesia pretende que da lo mismo una historia que una leyenda; con prudencia, espiritu de conservación, deseo de afirmación, pero debemos alegrarnos -más que consternarnos- de que nadie pretenda "vendernos gato por liebre".
Según parece, la aparición en la piedad de santa Eulalia de Barcelona no fue sino repetición en el ámbito local del culto más general de santa Eulalia de Mérida.
Ahora sí, algunos trazos de la leyenda de santa Eulalia -que será leyenda mientras no se pueda validar por el estudio histórico y documental- que copio tomándola de la Wikipedia en español, que resume a su vez los datos tradicionales:
Eulalia de Barcelona vivió cerca de Barcino, Hispania (actual Barcelona, España) en los tiempos del emperador Diocleciano (284-305) durante el siglo III o IV, siendo papa Marcelino. Durante la persecución de los cristianos en la región, Eulalia, una muchacha de entre 13 y 15 años escapó de una casa de campo donde sus padres la habían encerrado para que no se entregase a las autoridades, abiertamente confesó su fe y fue entregada al martirio. Fue víctima de diferentes tormentos y murió en la cruz. De acuerdo con la tradición, uno de estos tormentos consistió en lanzarla rodando dentro de un tonel lleno de vidrios rotos por la calle (actualmente llamada Baixada de Santa Eulàlia -Bajada de Santa Eulalia-), donde hay una imagen de la santa en una pequeña capilla. Dice la leyenda que fue clavada desnuda en una cruz de forma de 'X' (forma conocida como cruz de Santa Eulalia). En aquel momento para preservar su intimidad le crecieron los cabellos y comenzó a nevar. Al final de su oración de que el Señor la tomara a Su Reino, la gente vio volar hacia el cielo de su boca una paloma blanca.
Imagen: Breviario de Martín I de Aragón, siglo XV, Bibliotheque Nationale de France, París.