Columba fue una de las víctimas durante la persecución de los cristianos en España, iniciada por los moros en el año de 850. De acuerdo con San Eulogio, quien escribió un relato de los martirios titulado "Memorial de los Santos" y que también dio la vida por la fe, Columba era natural de Córdoba. Su hermano Martín era abad de un monasterio y su hermana Isabel, junto con su esposo Jeremías, había fundado otro monasterio doble en Tábanos, en el que los dos se retiraron con sus hijos. Inspirada por aquellos ejemplos, Columba resolvió entregarse a Dios en el claustro, pero su madre que era viuda y deseaba casarla, se opuso enérgicamente. Como la madre de Columba sospechaba que la hermana monja tenía mucho que ver en la decisión de la joven, visitó a Isabel para exigirle que la dejara en paz; pero todos los esfuerzos de la dama viuda fueron inútiles y, a fin de cuentas, Columba entró de monja en Tábanos. En el año de 852, la persecución de los moros expulsó a las monjas de su convento y todas fueron a refugiarse en una casa de la ciudad de Córdoba, vecina a la iglesia de San Cipriano. No obstante que en aquel mismo año las autoridades eclesiásticas habían aconsejado a los cristianos que se abstuvieran de provocar a los perseguidores, Columba abandonó secretamente su refugio y se presentó ante el magistrado moro para negar abierta y deliberadamente la divinidad de Mahoma y de su ley. Inmediatamente fue decapitada por su temeridad, el cuerpo mutilado se arrojó a las aguas del Guadalquivir de donde lo recuperaron los cristianos para darle digna sepultura.
La nota sobre Santa Columba en el Acta Sanctorum, sept. vol. V, reproduce todo lo que san Eulogio registró sobre su historia, en Mem Sanctorum, III, cap. 10.