San Vulmaro, a quien el Martirologio Romano anterior calificaba de «hombre de santidad extraordinaria», nació en el distrito de Boulogne, en Picardía. Habiendo sido separado por la fuerza de su esposa, ingresó en la abadía de Hautmont de Hainaut, donde sus superiores le emplearon en cuidar el ganado y proveer de leña al monasterio. Vulmaro se distinguía por su eminente espíritu de oración. Recibió las sagradas órdenes y, con el permiso de sus superiores, se retiró durante varios años a una ermita de las cercanías de Monte Cassel. Después fundó, cerca de Calais, la abadía de Samer (corrupción del nombre de san Vulmaro), que existió hasta la Revolución Francesa. Fundó también un convento de religiosas en Wierre-aux-Bois, a dos kilómetros de su abadía. El monarca inglés de los sajones occidentales, Caedwalla, pasó por la abadía el año 688, de camino a Roma para recibir el bautismo, e hizo cuantiosos donativos al santo para que llevase adelante la fundación. Dios glorificó con milagros a su siervo Vulmaro. Sus reliquias fueron trasladadas a Boulogne y de ahí a la abadía de San Pedro en Gante. El santo es popular en Países Bajos.
Debe notarse que el Martirologio actual recoge en su elogio fundamentalmente los mismos hechos pero en otro orden completamente distinto: el matrimonio no figura, es primero pastor, luego clérigo, luego ermitaño, y luego abad, fundador en Hautmont, en vez de marido - monje - pastor - clérigo - ermitaño - abad. Posiblemente se han quitado las dos primeras no por ninguna nueva investigación histórica sino por racionalizar un poco más la leyenda (N.ETF).
La biografía que se conserva no es de gran valor; puede verse en Mabillon y en Acta Sanctorum, julio, vol. V. Ciertamente no fue escrita antes de mediados del siglo IX. Cf. Van der Essen, Etude critique sur les Vitae des saints mérovingiens (1907), pp. 412-414. Imagen de san Vulmaro de hacia el 1500 en la iglesia de San Wadrille, en Francia.